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jueves, abril 18, 2024

Colombia en la OCDE y las congestiones del tráfico limeño

La neblina desciende a Lima, el verano se ha terminado y sobrevivimos a que Paolo Guerrero no lleve la 9 de la rojiblanca en el mundial en Rusia. Entre tanto, dos noticias de espanto. Resulta que Colombia ha entrado en la OCDE. Pucha —la palabra preferida por Mafalda— ¡qué golpe tremendo para PPK! Esta noticia ha salido en El Comercio, pero abajito de la página 21 de Economía. En la cuarta columna, unas 10 líneas. Casi nada. Le han evitado un infarto a nuestro expresidente. Lo del Perú en la OCDE era, para Pedro-Pablo, como el tango, su «sueño abrasador». La segunda noticia es que hay por lo menos veinte candidatos a la alcaldía de la Lima caótica. Entonces, señores, pasemos al comedor.

Primer plato. Colombia o una buena sopa de letras.

Con su PBI de US$ 377.7 billones (2014), un poco más que Chile y que Perú (andamos por unos US$ 202.6 billones), ¿eso explica que Colombia haya entrado en tan distinguido y selecto club? No pues. De todos modos, qué aburrimiento. Qué fácil sacar unas cifras de algún diccionario de geoeconomía. Cualquier opinólogo puede hacerlo. El que escribe ha ido varias veces a Colombia, y acaso pueda contarles algo «significativo», como dicen los del Banco Mundial.

¿Colombia en la OCDE? Me vino entonces a la memoria una visita que hice a Colombia, años atrás. Resulta que una profesora colombiana me ubica y me invita a ir a Manizales. Es una ciudad construida sobre montañas. En ese momento tenía no más de 400,000 habitantes. Una suerte de Chiclayo, a menos de una hora por avión de Bogotá. Su población blanca o mestiza, al 98%. Casi nada de afrocolombianos. Y todavía menos de indígenas. Pequeña villa, muy culta, unos 30,000 estudiantes en formación superior.

Fui bien recibido, alojado y dicté mis clases (un curso corto). No es eso la nuez de estas líneas. Al finalizar, la profesora que me había invitado organiza una cena de despedida. En una casa bastante amplia, la mansión del gobernador (algo como los prefectos que otrora tuvimos). Esa autoridad local es el centro de esta historia. A la cena fueron varios profesores, fue muy simpática, y como era de noche y fin de semana, la sobremesa se extendió hasta más allá de la medianoche. Ahora bien, el gobernador era un hombre corpulento y lucía, en la cintura, un revólver. ¿Qué pasaba? Manizales estaba muy cerca de lugares donde andaban los de las FARC.

Pues fíjense en lo que viene. Mientras conversamos, el gobernador, instalado en la mesa, se hace traer su laptop. Y comienza a escribir. Y muy educado nos dice que tiene que terminar un artículo, que el diario de la ciudad esperaba. Entonces, por curiosidad, le pregunto sobre qué. Y me dice: “Sobre Jorge Luis Borges”. Y entonces me explica que han leído en el diario Clarín de Buenos Aires, algo sobre un conflicto entre Sábato y Borges. Esto, ¡en Manizales!

Me preguntan los colombianos si había estado alguna vez en Buenos Aires. Les digo que sí. Y me hace una pregunta el hombre del revólver, “¿Por qué se disputaban Borges y Sábato?”. La verdad es que la pregunta me tomó de sorpresa. Y le dije que no sabría qué decirle. Pero al poco rato, me acuerdo de algo. Y le digo: “Creo que tengo una hipótesis”. Me preguntan cuál. “Sábato no sufría de ninguna envidia literaria ante Borges. Él era escritor pero también científico, dictaba clases sobre física cuántica. Y era enormemente argentino. Borges, en cambio, no del todo. Abuela inglesa, capaz en algún momento de decir ‘alguna vez hice intentos para ser argentino’. Borges no estaba del todo seguro de su identidad. Sábato no dudaba”. Dicho esto, la mesa se alborota, el gobernador me lo agradece y le pide a su mujer que suba a la biblioteca y se baje los libros de Borges. No por prefecto, ignorante.

No sé si me hago entender. Siempre tuve el prejuicio favorable que los colombianos eran muy cultos. Pero esa noche, en Manizales, me asombré, lo confieso. ¿Preocupaciones literarias, filosóficas y sociológicas del prefecto local? Estábamos en Manizales. ¡Cómo será la crema intelectual de Bogotá! Colombia ha entrado a la OCDE porque su clase dirigente siempre tuvo una cultura a rabiar; y los colombianos, hábitos de lectura y curiosidad que alguna vez tuvimos, y que un par de imbéciles en el Ministerio de Educación, hicieron desaparecer.

Entraremos a la OCDE cuando tengamos lo que hemos dejado de lado: la cultura. Pero por mucho crecimiento económico que tengamos, no veo cómo se eleve, de inmediato, la calidad de los recursos humanos. El daño que se ha hecho es generacional. ¿Qué pasó, compatriotas? ¿Clases solo por la mañana? Adiós cursos y estudios por áreas.

Segundo plato. Un plato sencillo. Venido de gastronomía ajena.

Lima es una ciudad enorme, pero no es la única con problemas de saturación de automóviles. Sería bueno, pues, que dejemos de mirarnos el ombligo. Me dirijo a los 20 pretendientes a alcalde. En Bogotá los carros circulan con placas pares o impares. En Ciudad de México circulan con holograma 1, y en otros días, holograma 2. Las políticas de restricción al uso del automóvil han sido aplicadas en varias ciudades, también en Sao Paulo. No significa que se resuelve del todo la congestión. Pero Lima, de aplicar esas normas, no tendría sino la mitad de carros circulando, mientras se construya vías subterráneas, o aéreas como los teleféricos, o avenidas elevadas como en Río de Janeiro.

 

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