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lunes, mayo 6, 2024

Nicomedes Santa Cruz Sátiras y ritmos negros “OIGA USTED SEÑOR DOTOR”

De cálido sabor popular el arte negroide contribuye en las creaciones poéticas de Nicomedes Santa Cruz a la cultura nuestra de “todas las sangres”. Folklorista y escritor de medulares ensayos, sus temas entrañan fuertes críticas contra la marginación del indio, de la raza negra y el racismo. Siempre su pluma fue contestataria.

De entre sus varias facetas que exhibe, el espíritu humorístico y hasta zumbón le es característico, propio, con natural. Le viene de antaño, de una raza de entre las que más ha sufrido -y sufre- que, sin embargo, aprecia más la vida, conservando siempre la alegría, las ganas de vivir, amar y gozar intensamente.

Su arma poética de combate siempre fue la décima. Conjuga la ironía, el humor y la alegría de una raza que siempre canta con el pícaro cajón, hijos de la zamacueca. Folclorista y escritor de medulares ensayos, sus temas entrañaban fuertes críticas contra la marginalidad del indio, las injusticias entre la raza negra, el racismo, la colonización africana, el imperialismo.

De origen muy pobre, tuvo que trabajar desde temprana edad para apoyar a su familia de diez hermanos. “Mi formación fue folclórica”, por eso es que toda su obra tiene un sencillo y cálido sabor popular. “ Mi profesión era la herrería artística”, confiesa el poeta.

Propagó el arte negroide por Cuba, México, Japón, Colombia, desde Brasil en Feira de Santana (Bahía), se inspiró en la creación de “América Latina”, con proyección continental e integracionista. Amaba ese coloso donde habitaban 20 millones de negros.

Continuó su lucha desde su condición de artista. Lo vemos en su mensaje poético. Sus versos “A Talara”, se hicieron tan populares que fueron erigidos en bandera de lucha por los estudiantes universitarios e impresos en sindicatos que pedían la reivindicación de Talara y la nacionalización del petróleo.

Talara no digas “Yes”
mira al mundo cara a cara,
soporta tu desnudez
y no digas “yes” Tarala.

No calló su voz altisonante ante los problemas vitales de África y Afroamérica. Allí están sus décimas “Congo libre”, “Johannesburgo”, “De igual a igual”, “Muerte en el ring”, Miles de ejemplares se agotaron de inmediato. En sí es también una útil y hermosa trinchera de lucha.

Nicomedes rescató para conservar en este modelo las décimas trabajadas o sabidas, creadas o aprendidas, que conformaron su vastísimo repertorio que integraban esa colección material anónima que iba recogiendo en su peregrinación el poeta por los diferentes pueblos de nuestro país; en los cañaverales de Trujillo y Chiclayo, en los arenales de Piura y Morropón, y en los algodonales de Cañete y Chincha, escribiendo siempre atento, lo que le dictaban al memorioso patriarca y lo que la gente improvisaba en las reuniones o fiestas en el laborar cotidiano.
Esta décima dirigida a un señor de cuello blanco, dice así:
“ Oiga usté, señor dotor”
Oiga usté, señor dotor:
No le perdono la ofensa,
Los pobres de mi color
Conocemos la vergüenza
Y vivimos con honor.
°
El negro de su chofer
-que es marido de mi hermana-
Lo ha invitao a usté mañana
Pal santo de mi mujer.

Lo trataré de atender
Brindándole lo mejor,
Y ya que me hace el favor
De alternar con nuestra raza,
Antes de pisar mi casa
Oiga usté, señor dotor;
°
Si viene en plan de turismo
Cante, baile, jaranee,
Pero nunca me negree
Que tengo Fe de Bautismo,
Yo permito el criollismo
Pero no la desvergüenza;
Por eso, dotor, si piensa
que nuestro pelo se toma,
aunque le acepte la broma
no le perdono la ofensa.
°
Si le hacen ¡salud! No embrome
Pues mi gente se encapricha,
¿Qué hay mosquitos en la chicha?
¡cierre los dientes y tome!
Luego a la hora del come
Olvídese que es señor;
Mande al diablo el tenedor
Y deje vacío el planto . . .
Son buenos guisando gato
Los pobres de mi color.
°
Ah, si no viene su esposa
No traiga usté a la “querida”,
Mi mujer es resentida
Y le ofende cualquier cosa.
Y no pisa “resbalosa”
Si el tono recién comienza.
Y quiero que se convenza
Que los negros educados
Sin ponernos colorados
Conocemos la vergüenza.
°
Va usté a divertirse en fija
Con una negrita guapa
Que en marinera se escapa
Lo mismo que lagartija.
Esa, dotor, esa es mi hija,
¡mi machete es su tutor! . . .
Venga mañana, dotor,
Vanga tranquilo no más
Que semos gente de paz
Y vivimos con honor.

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