a través del cristal
Willian gallegos Arévalo
columnista
No ha constituido ninguna sorpresa la designación de César Villanueva Arévalo como presidente del Consejo de Ministros del gobierno de Ollanta Humala. Más bien es la consecuencia de una cadena de logros políticos construidos desde que asumiera la presidencia del Gobierno Regional de San Martín en dos periodos consecutivos. Un mérito que no le reconocen sus enemigos políticos –así es la política,–, pero deja una región bien encaminada.
Si bien es cierto que la clase empresarial peruana ha mostrado su abierta satisfacción –pues espera que no toque sus intereses, donde el perverso Fritz estará a la expectativa si se sale del libreto–, la prensa relativamente opositora al régimen, a través de dos destacados periodistas, como son César Lévano y Raúl Wiener, han expresado su temor pues, según ellos, significaría un continuismo de la gestión de Jiménez. Manifiestan sus dudas desde el momento en que Miguel Castilla sigue aún como Ministro de Economía y Finanzas, lo que significa que el cogollo de tecnócratas que han venido gobernando la economía del país, desde casi dos décadas, sigan en sus puestos, como ha denunciado el mismo Raúl Wiener. Algunos analistas regionales expresan también críticas acerbas, cuando no poco entusiasmo. Como sabemos, siempre se ve el éxito de alguien por el lado negativo.
Además de los comentarios políticos serios y ponderados, que ven en César Villanueva la posibilidad de una apertura hacia los sectores tradicionalmente al margen de las políticas públicas, hay personas y políticos que esperan que su gestión fracase: una expectativa ´natural´ en los dominios de la política, pues entienden que la política es el arte de la destrucción. Y el primer ministro, una persona de clara inteligencia y perspicacia, debe haber sopesado los riesgos para haber tomado la decisión de aceptar un cargo en un escenario tan cargado de confrontaciones, de intereses en juego, de ambientes resbaladizos y donde darse unos traspiés es un riesgo permanente.
El cargo de primer ministro que ocupa César Villanueva es de gran responsabilidad porque, después del presidente, es el que dirige la política general y asume los pasivos de los ministros y de las acciones del gobierno en general. No olvidemos que los ministros son empleados de los grupos de poder. Su reconocida cualidad de concertador y contemporizador –esta que era una de las cualidades de John Kennedy–, unido a su ecuanimidad, visión y prospectiva, pueden ayudarle a crear las condiciones y escenarios para generar confianza en este gobierno, del que estamos decepcionados. Pero, hay riesgos en esta tarea, que no es fácil ciertamente. Y sería ya un logro inicial de su gestión si Merino, Laos, Castilla, para comenzar, se retiran a sus cuarteles. Pero, ojo: deben ya terminar las impertinencias de la señora Heredia. Ya la hemos soportado bastante.
Su anuncio de que la seguridad ciudadana será una de sus mayores preocupaciones, porque la inseguridad se ha desbocado y ha salido de control, abre esperanzas; pero hay temas que debe asumir como desafío, que es el tema pensionario, congelado desde la época del fujimorato. Abona en contra de una justicia en el sistema pensionario la presencia en el gabinete de la abogada Nancy Laos Cáceres, ministra de Trabajo, enemiga mortal de la clase trabajadora y del sistema pensionario estatal, en particular, desde que su estudio, como consultora de la ONP, siempre fallaba en contra de las demandas de justicia de los pensionistas.
Lo importante es que César Villanueva tenga la voluntad y capacidad para proponer medidas audaces, cuando no temerarias, para bien del país. Debe contar con asesores que miren hacia el futuro, porque toda gestión necesita contar con gente que tenga arrestos para cambiar esquemas y seguir adelante. Y, finalmente, le deseo éxitos en su gestión, que serán de este gobierno al que ahora representa, y del país.