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lunes, mayo 6, 2024

La revolución productiva II Parte

La definición habitual de “revolución” involucra algunos términos como “transformación”, “radical”, y “futuro” que son conceptos esenciales dentro de su significado. En el caso de una Revolución Productiva estos conceptos podrían indicarnos que las circunstancias actuales exigen el abandono de políticas nacionales y regionales desacertadas en el sector agropecuario.

Pero una revolución productiva requiere más que una crisis o estancamiento del sector agropecuario; tiene que haber un proyecto que unifique las aspiraciones y objetivos del GORESAM, la idiosincrasia de los productores y los intereses de los grupos económicos involucrados; es decir, los implicados deben legitimar una propuesta política y técnica que sea justa, eficiente y sostenible. Por lo tanto, debe ser concertada.

En cualquier revolución exitosa no solamente cambia el escenario (para bien o para mal), cambian los conceptos y cómo miramos la sociedad y el futuro. En nuestro país siempre se ha considerado al campesino como el hombre pobre de campo que no tiene mayor aspiración que esperar que el gobierno atienda sus demandas y solucione sus problemas. En casi todos los proyectos se lo señala como “beneficiario”, término que refleja la forma como el estado mira al productor y prácticamente lo confina a la condición de necesitado de las políticas públicas o de las estrategias de intervención, reforzando su condición de necesitado. Ese término debe ser sustituido por “socio” porque involucra una visión empresarial, contribuye a fortalecer el espíritu de competencia y convertirlo en un aliado estratégico mucho más efectivo.

Pero no basta con cambiar los conceptos y renombrar los actores de un proceso de transformación; tenemos que darles sustento y un norte a nuestros socios productores. Por eso es importante modernizar las organizaciones de base, no solamente con tecnología; se debe renovar su estructura y promover la cooperativización del sector agropecuario para que a través, de estas entidades pueda incrementar su capacidad de respuesta a los cambios y se mantengan vigentes.

Las cooperativas como modelo de asociatividad ofrecen a sus miembros (socios productores) mejores herramientas para buscar un mayor nivel de competitividad en organización, mejorar la eficiencia en las etapas productiva y comercial, una oportunidad para acceder al sistema financiero nacional y a través de las cooperativas agropecuarias formalizar su participación en las convocatorias internacionales para recibir apoyo en fortalecimiento organizacional, adaptación de tecnología y comercialización.

“Toda revolución parece imposible al comienzo y, tras su ocurrencia, era inevitable”. (Bill Ayers)

Ing. William Boris Gallegos Mendoza

Asociación Comunicando Bosque y Cultura

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