23.2 C
Tarapoto
lunes, mayo 6, 2024

Mi talón de Aquiles – Con aroma de café

En todo cuento los finales felices no son tan comunes, debí saberlo cuando mataron a la mamá de Bambi, al papá de Simba, cuando la golondrina murió congelada y al príncipe lo mandaron descascarado al basurero de la ciudad o cuando Anna Karenina se tiró a las vías del tren.

Y ahí estaba yo, inevitablemente volví a tropezar con la misma piedra, el mismo cuerpo, las mismas manos y con los mismos besos, fríos, caprichosos, penetrantes, irónicamente esos que me enviciaban cada vez que renacía entre sus sombras, sus silencios. Y en el tropezón, volé por el cielo, me arrastré por la tierra, me revolqué de dolor, me llené de placer culpable.

Él era el mejor, el Top 1 de mi íntimo y secreto ranking. Pienso que el sexo –y sus resultados- dependen de las dos que comparten ese momento. Pero sí puedo decir que así como hay personas que besan y bailan mejor que otras, hay personas que tienen sexo mejor que otras. Y tengo la suerte de haberme cruzado y haber tenido una relación con mi chico silencioso, que por largos meses y años fue mi amante, que además tiene la habilidad, las ganas y la experiencia de saber cómo satisfacer a una mujer y a sí mismo. Dicho esto, después de varios meses en el desierto de Sechura o de sexo sin destino, pensé que la única persona con la que me provocaba tenerlo todo por un rato (rato es un decir), era él; mi ex porque le tengo confianza, porque nuestra intimidad siempre fue solo “nuestra”.

Hace menos de un mes, mi chico silencioso, apareció, al principio ruidosamente, pero ya cuando nos vimos, el silencioso regreso, curiosamente estar con él es como estar con mi compatible perfecto, somos cortados por la misma tijera, la locura, la pasión, las cosas que nos gusta hacer y hasta conversar nunca cansa, pero fue en este instante que después de muchos años nos vimos, que comencé a recordar cómo actuaba mi actor favorito, él, mi chico silencioso.

Nos conocemos hace mucho, sí, hablo de un promedio de 7 a 8 años, desde que nos conocimos supimos que él era un yo en masculino y yo era un él en femenino, explosivamente compatibles y perfectos, el haber nacido el mismo 23 de setiembre nos hacía aún más compatibles; recuerdo una noche, la más especial en la que compartimos un cigarrillo, mirando la eterna luna llena y un hermoso cielo despejado, ese que era raro ver en el cielo gris trujillano y del único snicker que me regaló, esos fueron sus escasos 5 segundos de romanticismo.

Dejó de ser mi chico silencioso, a mi chico invisible, porque después de un par de años, desapareció de la faz de la tierra y un par de años más tarde ya con una hija encima, pero solo, volvió a renacer de las cenizas. Admito que siempre recaí con él y de haber sido enamorados pasamos a ser amigos con beneficios y de ese título ya no podía retroceder a ser enamorados, por más que intenté no pude, sudor, lágrimas y dolor me costaron el intentar que todo sea como al principio.

Pero ahí estaba él, el mismo de siempre, con el que nunca podía enojarme y si es que lo hacía, utilizaba el tiempo prudente que sabía que me duraba el enojo y luego regresaba a mí, mismo perro de familia que se vuelve callejero y solo regresa a casa por algo de comida. Juro que siempre quise cortar ese círculo vicioso, pero él jalaba la cuerda y la soltaba, sabía dónde poner el dedo y donde soltarlo quizás para no perjudicarse, no lastimarme o simplemente porque el ser comodín le resultaba bastante beneficioso.

Siempre me pregunto si es que lo amé o si lo amo, aún no consigo descifrarlo, de repente porque sé que está leyendo esta publicación y si es que afirmo algo sentimental sobre él, su ego se elevará más que los pocos pectorales que se maneja, lo cierto es que el tiempo, la distancia y hasta el rencor no ha logrado que llegue a odiarlo o a serle indiferente, pues éste, mi talón de Aquiles es tan impredecible que sería tiempo mal invertido el de amargarme la vida por sus actitudes.

Hay algo totalmente cierto, varias mujeres que tienen en su vida y en su cama a un tipo como él, el chico silencioso, invisible, el talón de Aquiles, no saben cómo definir lo que sienten y no saben si es una especie humana o es algo así como una evolución con otros seres sin sentimientos, pero que cuando regresa con la sonrisa de que “sí fui yo, pero no me regañes”, esas ganas de castrarlo, se esfuman, porque sientes que esa estupidez que manifiesta no es normal y él no es normal.

Nadie sabe si este chico silencioso, invisible, que lo denominas como tu talón de Aquiles sea totalmente feliz, es más, es el típico mujeriego que alardea tener más de 2 en su lista de acecho de amor contra él, (quizás sí haya más de un par) chicas también ingenuas que no desarrollan inteligencia ni suspicacia, pero de algo estoy segura, de que si los talones de Aquiles no cambian su actitud no solo se quedarán solos, sino que serán eternamente infelices.

Recuerden que la época de abundancia no dura 100 años y que cuando llega la época de sequía, ésta se prolonga por más tiempo y llega hasta matar…y guerra avisada no mata gente.

Mi amor, así que revendiste las entradas a la dueña del circo, ésta no se quedó en la quiebra sino aprovechó esa reventa para utilizar una mejor estrategia de venta y ahora sé muchísimo más de la vida, muchísimo más de ustedes.

Así que a mi talón de Aquiles, sí, a ese mi adorado chico silencioso e invisible, “mi suspicacia te la debo a ti”, no volví, ni volveré a ser la misma, porque he desarrollado eso que quizás hace que aleje a los hombres como una barrera anti amor, pero que me protege de posibles caídas, recaídas y advierte a mi corazón de posibles explosiones….

Piensa mal y acertarás, una y mil veces más….

Artículos relacionados

Mantente Conectado

34,543FansMe gusta
280SeguidoresSeguir
1,851SeguidoresSeguir

Últimos artículos