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jueves, abril 25, 2024

A propósito de Noé: Un Hereje y La Épica de Gilgamesh

hqdefaultMientras la noche, en una especie de golpe de estado celestial, se apodera del paisaje que mi ventana me permite vislumbrar y mientras me tomo una taza de café; y mientras que en mis audífonos el sonido melodioso de un violín entona las notas de las Cuatro Estaciones de Vivaldi; y mientras aprovecho mis episódicos lapsos de virilidad intelectual, comienzo a pensar acerca del sinnúmero de hombres y mujeres que entregaron su intelecto y su vida para hacernos entender cada vez un poco más el pasado; un pasado envuelto en misticismo y obscurantismo; un pasado muchas veces mal interpretado y demasiadas veces desconocido.

Dentro de la plétora de personajes de entre los que podría escoger como alguien digno de admiración, hoy me centraré en George Smith (1840 – 1876) y su trabajo con respecto a la Épica de Gilgamesh. George Smith, para aquellos de ustedes que no han tenido tiempo de prestarle atención a los últimos acontecimientos en ese emocionante campo de investigación llamado la Asiriología del Siglo XIX, es el hombre que demostró que Noé y su Arca no eran relatos únicamente bíblicos. George Smith estaba obsesionado con los cuneiformes (que fue el resultado de su trabajo como calcógrafo bancario) y aprendió, autodidácticamente, un vasto número de obsoletos idiomas del Medio Oriente. Allá por los años 1870, se había convertido en un prolífico y calificado traductor de textos antiguos. Los textos estaban escritos, en su mayoría, sobre tablillas de arcilla y la mayoría de estas tablillas estaban rotas y le tomaba a nuestro amigo traductor horas y horas de arduo trabajo poner las piezas en su lugar—antes de siquiera pensar en la traducción del texto.

En 1872, Smith tradujó lo que se llegó a conocer como La Épica de Gilgamesh, una serie de cuentos poéticos narrados por, escritos por, y que tratan de, Gilgamesh, rey de Uruk. Compilado por los Babilonios (ca. 1000-1300 a. e. c), la Épica de Gilgamesh es una gran fuente de mitos ancestrales (ancestrales incluso para los babilonios) que habían sido recontados y reorientados para una audiencia babilónica. Es precisamente el contenido de estas historias recontadas, las cuales fueron traducidas por Smith, que serán de nuestro interés; ¿Por qué? Bueno, resulta que estas historias, que habían sido escritas aproximadamente mil años antes del nacimiento de cristo y antes de que cualquier cosa que se parezca a un Antiguo Testamento haya sido escrito, eran historias bastantes parecidas a las historias relatabas en la Biblia. Y si las historias bíblicas existían antes de la Biblia, sin que ni el Dios Cristiano o Judío o Islámico sea mencionado en ellas, entonces la verdad literal de la biblia no era más que un capricho de teólogos y creyentes. La historia de Noé y el Arca era la pieza clave del rompecabezas, porque si la fábula del diluvio descrita en la Épica de Gilgamesh era congruente con la historia bíblica en todo excepto que no menciona a Noé ni a Dios, entonces eso significaba que la historia del diluvio no era nada nuevo en los mitos de las antiguas civilizaciones; y por tanto solo significaba que los Judíos la reciclaron, como lo hicieron los babilonios, para incluirlo en la Biblia y lo reorientarlo a una nueva audiencia. Y si la historia fue reciclada, como la evidencia lo demostraba, entonces la Biblia no era, por lo menos en este tema en particular, inspirada por dios, sino un libro de historias recicladas y nada más.

George Smith presentólos resultados de su investigación referente a la Épica de Gilgamesh ante la Sociedad de Arqueología Bíblica, reunión en la que también estuvo presente el Primer Ministro Británico Gladstone. Como era de esperarse, la mayoría de los científicos rechazo las conclusiones de Smith, basados tan solo en que contravenían las enseñanzas de la poderosa Iglesia Católica. Sin embargo, los efectos del trabajo de Smith aún se sienten hoy en día. Todo esto sucedió durante el mismo periodo cuando la Teoría de la Evolución estaba siendo arduamente debatida y examinada y, el trabajo de Smith, nos brinda el maridaje perfecto para la Teoría de Darwin: No solo existe una alternativa a la explicación religiosa sobre la Creación, sino que el texto donde se describe esta Creación religiosa es un plagio que cosechó los frutos mitológicos de los Sumerios y Babilonios. Smith viajó al Medio Oriente tres o cuatro veces, en su mayoría a Nineva, y encontró más y más tablillas de arcilla lo que conllevo a que más y más fabulas ante-diluvianas fueran publicadas. Lastimosamente, Smith murió a la edad de 36 años producto de una disentería cerca de Aleppo, Siria. Si no hubiera muerto tan joven, Smith se habría convertido en el Darwin de la Arqueología.
Finalmente, la Épica de Gilgamesh se convirtió en parte de una nueva filosofía que postulaba una edad de la tierra mucho mayor a la que hasta ese entonces se había postulado. El trabajo de Smith, sin lugar a dudas, cambio para siempre la arqueología y otras disciplinas. Por eso, hoy George Smith es un hereje digno de recordar.

Wilter Perez Barrera

Lic. Ciencias Políticas
Lic. Estudios Bíblicos 

Referencias:

1. Discovering Gilgamesh, by Vybarr Cregan-Reid (Manchester University Press)

2. El Relato Diluviano: Paralelismo entre el Antiguo Testamento y la Épica de Gilgamesh.: An article from: Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica

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