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jueves, mayo 2, 2024

Villanueva y la dictadura económica que firmó

Por: Ricardo Quevedo

Sean las causas o las motivaciones por las cuales César Villanueva renuncia al premiarato, queda sin cuidado y sin la mínima importancia. Aquí el gran mérito no es la renuncia; tampoco es el tipo valiente que fue porque no se dejó manipular por los dragones de la esfera económica que encabeza el señor Castilla. No hay ningún mérito como tratan de hacer creer los incondicionales amazónicos, que dejó el cargo para dar paso al desarrollo equitativo que no existe en el país.
Inicialmente como principio de honor no debió haber aceptado el premiarato. Porque en este país, el papel del primer ministro no es más que una simple etiqueta y un insignificante nombre en el papel. No tienen capacidad de ejecutar y aprobar proyectos de desarrollo para el país, únicamente dependen del señor Miguel Castilla como ministro de economía y de esta señora Nadine Heredia, que mueve las fichas políticas al más alto nivel ejecutivo, quedando su esposo en un tercer plano, que como presidente de la nación, no tiene la altura política ni estadística para estar representándonos como presidente.
Esto no quiere decir que esta señora Nadine Heredia, lo tenga, como se viene voceando ya largo tiempo para ser una de las candidatas presidenciales el 2016. No es figura presidencial, por estar ideológicamente comprometida con la corriente económica neoliberal que encabeza en el Perú el señor Miguel Castilla.
Al diablo ya con ese discurso de la inclusión social que su marido vitoreó como propuesta solamente para llegar al poder. Ella hablaría el mismo lenguaje que su marido, es más, un lenguaje totalmente ya vendido a los más altos financistas del poder económico de este país. De modo que desde hoy, como desde ayer, esta señora no tiene ninguna capacidad moral para ser candidata. Su única distinción no es más que ese estilo de coquetería de estar en permanente exhibición los dientes, es decir manifestando una abierta sonrisa a este país donde pesa más las lágrimas y el descontento; donde pesa más la desdicha y el resentimiento, y ella exhibiendo sus dientes con un montón de funcionarios con lágrimas de cocodrilo que aparentan llorar pero se mueren de carcajadas por dentro.
Si los señores amazónicos quieren destacar algo extraordinario que César Villanueva hizo como primer ministro, es ciertamente algo que le llevará a la historia de los indignos y sinvergüenzas, es decir haber tenido la “hidalguía” para estampar su firma permitiendo ese elevadísimo sueldo de 30 mil soles a los ministros, en este país donde la mayoría gana menos de mil soles mensuales.
Si tanto quieren hablar de algún mérito de César Villanueva, ahí está pues esa gran “proeza”, que permitió hacerles la vida feliz a unos cuantos, mientras otros cargan la pesada cruz de la pobreza y de las restricciones económicas. Aquí era el momento de su renuncia; era el momento para rechazar este mal manejo de la economía nacional; era el momento para decir ¡basta! a tanta desigualdad y a tanta injusticia.
Y era lógicamente el momento para que dé a conocer su personalidad que no esconde nada más que la verdad y la transparencia. Y si esto hubiera hecho no firmando aquel decreto irracional de elevadísimo sueldo de los ministros y proponiendo más bien que se trabaje una ley equitativa y de justa distribución de la economía en el país. Si esto hubiera hecho, César Villanueva sería otra cosa digna, menos lo que hoy es, con el oportunismo al cien por ciento.
Hay gente sin más escrúpulo que dice que César Villanueva se dedicará siempre a la política porque es “político por naturaleza”. Suena totalmente a chistoso por no decir otra cosa.
Este gabinete ministerial que tenemos los peruanos es un gabinete de dictadura, donde el dictador es Miguel Castilla, como jefe que maneja todas las proporciones y todas las variables económicas de este país, y el subalterno dictador es Ollanta Humala, que únicamente tiene el papel de firmar todos los paquetes económicos que su jefe el dictador Miguel Castilla lo aprueba. Y si quieren darle otra denominación más a Ollanta Humala, es la etiqueta de viajador por el mundo entero, como recientemente lo hizo por la zona del Medio Oriente, que unos pocos le pintan a estos viajes con cierta diplomacia que permitirá a nuestro país entrar en contacto con la economía de otros países cuando se firman contratos económicos y comerciales.
Estos acuerdos y pactos económicos con la política externa no sirven para la maldita cosa cuando tenemos en el país autoridades como los ministros que se elevan los sueldos a topes de la sinvergüencería, debiendo ser todo lo contrario, que ellos asuman el ejemplo de velar por los intereses económicos de la mayoría, no como viene sucediendo hoy, son ellos los primeros en acomodarse y sitiarse en la mayor desventaja del poder económico en el país.
¡Que injusticia! ¡Basta ya carajo!

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