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Tarapoto
lunes, mayo 6, 2024

Una buena tacacheada

Me levanté y como es de costumbre me fui por ese negro intenso y caliente, sí, por mi café matutino y mientras la cafetera hacia lo suyo, me preparaba para recargar mi energía. Hoy es un día especial, así que todo tenía que ser distinto.

Una música cumbiambera avisaba que el carro recolector de basura estaba llegando a la cuadra. Salí con mis bolsas y como es de costumbre encontré desperdicios por toda la vereda y es que a mis queridos vecinos se les antojo sacar sus desperdicios en la noche y eso generó un festín para gatos y perros. Me dio tanta pena los trabajadores de limpieza y ayude un poco, me sentí parte de ese grupo de personas que no conocen lo que significa responsabilidad y empatía.

Regresé a casa y me duché, en ese momento pensaba en la estupidez y miseria humana. Luego traté de calmarme para poder disfrutar de mi negro intenso y caliente, es decir, mi café. Mientras desayunaba con mi esposo le comentaba lo sucedido, él sonrió moviendo negativamente la cabeza y me dijo “Si supieras lo que observo a diario en las calles, parecemos seres irracionales, no comprendo cómo seguimos vivos”.

Me quedé pensativa, es cierto, esto es pan de cada día, la falta de conciencia ambiental, que las personas tiren basura donde les da la gana, que quemen hojas y botellas como un pasatiempo, que roben, que se expongan a salir sin las medidas de seguridad poniendo en riesgo su salud y la de su familia.

Todo esto sucede y no es algo nuevo, sin embargo, sorprende porque a más de medio año de iniciado el 2020, deberíamos haber aprendido la lección, pero no es así.

Hoy 20 de agosto, Tarapoto cumple 238 años de fundación española y lo celebramos con tapabocas y harto alcohol en las manos, en vez de abrazarnos, nos alejamos (los conscientes, claro). Recordamos con nostalgia que fechas como ésta la algarabía era única. Sin embargo, las cosas han cambiado y no nos damos cuenta de la magnitud de la situación. No entendemos que esto es grave. No nos ponemos en los zapatos del otro y mucho menos somos solidarios.

¿No somos solidarios? Así es, no lo somos, porque si lo fuéramos, sacaríamos nuestra basura a la hora que el carro recolector pasa por nuestra cuadra. Si fuéramos solidarios, sellaríamos las bolsas para que los trabajadores de limpieza no se corten con algún vidrio o se contagien de alguna enfermedad. Si fuéramos solidarios, tomaríamos la distancia necesaria para cuidarnos y cuidar al resto. Si fuéramos solidarios, no pensaríamos en nosotros mismos, sino en todos. Si fuéramos solidarios, pronto podríamos volver a ser esa hermosa ciudad turística, comercialmente activa, con gente trabajadora y con una algarabía única. Por ahora no tenemos nada de ello y en verdad duele.

Por eso, me persigno y entre lágrimas suplico que todo esto termine. Hoy pido por ti, por mí, por ellos, por todos, por las miles de personas que mueren por falta de atención, por el personal de salud que trabaja de la manera más cruel, sin protección y sin misericordia. Me encolerizo por la corrupción que saquea la ciudad y la región descaradamente. Me asusta que la muerte ronde las calles, los mercados, hospitales, bancos, plazas, parques, tiendas y nuestras casas.
Estamos viviendo al límite, todo es inseguro, parece una historia sacada de una película de terror. Parece que la vida no importa nada. Vivimos retando a la muerte y algunos hasta coqueteándola con descaro.

Hoy quiero para mi Tarapoto los mejores deseos de superación para su gente. Que la vida y que el amor no sean pasajes de terror, sino caminos de felicidad, esa felicidad que nos incita a querer más, a reír más, a vivir más.
Soy de Tarapoto y a mucha honra. Soy de ese paraíso donde todo es perfecto, donde se come paiche, chorizo, cecina, suri, timbuche, maduro asado, inguiri. En donde el aguaje no falta en cada esquina y que siempre se ruega que haya casho en alguna huerta para poder disfrutarlo. Las hormigas fritas son una delicia y los juanes ni qué decir.

Lugar donde no te roban sino te “huicapean”, donde la exclamación más popular es el “Ya vuelta” y la mejor referencia es “Aquisito nomas” y decir que se está sorprendida es “Abruto, aldian cho” y sentir deseo se simplifica en un “allaon”. Donde no existen amigas o amigos, sino “Huambrillas y cumpitas”.

Sí, Tarapoto es una maravilla, así que hoy en confinamiento, no dejaré de pasar por alto ésta fecha de celebración. Alistaré mi aguajina y haremos una buena tacacheada, eso sí, con bastante cecina, chorizo y ají de charapita con cocona. ¡Uyyy, qué rico!
Feliz 238 aniversario TARAPOTO “Ciudad de las Palmeras”

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