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Tarapoto
viernes, abril 19, 2024

La ciudad de Tarapoto o cómo te queremos

La primera semana de la nueva etapa de la cuarentena la estamos viviendo casi con la misma intensidad de antes. Un panorama que lo había anunciado el gobernador regional y que lo publiqué en los portales “oficiales” y ningún hijo de…. familia recogió y lo multiplicó, lo que es ya parte de nuestra “cultura”. La región San Martín ha retornado a su normalidad, porque nada ha cambiado, pues, las especulaciones filosóficas de que, después de esta casi tragedia social, saldríamos mejores ciudadanos, resulta que siempre seguiremos siendo como los emigrados de Coblenza: nada hemos olvidado, nada hemos aprendido.

Sin embargo, esta pandemia nos ha destruido un poco, y bastante, emocionalmente. Hemos tenido pérdidas, porque muchos de nuestras familias y amigos entrañables e imprescindibles nos dejaron, sin tener la oportunidad de despedirlos con unas palabras, con un abrazo de fortaleza a sus familias. Me gustaría poder recordarlos en este artículo, pero no lo hago por temor a caer en omisiones. Con muchos de ellos compartimos sueños y la promesa de mañanas mejores; con muchos de ellos teníamos encuentros pendientes y compromisos que asumir para poner nuestro granito de arena para una sociedad mejor, más justa, realmente solidaria. Pero sí aprovecho esta oportunidad para agradecerles a los colectivos que, asumiendo todos los riesgos expresaron su solidaridad con hechos y acciones tangibles.

Después de recorrer la ciudad de Tarapoto creo percibir un sentimiento de desconfianza en todos. Todos transitando con las mascarillas que, quiérase o no, nos distancia a todos y casi que nos deshumaniza porque nos hemos convertido en individuos mecánicos, en una sociedad robotizada y sin tener en cuenta las leyes de Asimov, como tampoco tomamos en cuenta las normas ambientales.

Percibo a Tarapoto como una ciudad triste, con ese paisaje de la ciudad de desierto en donde el Joker se desenvuelve con todos sus problemas mentales; una ciudad desprovista de cariño, de afecto, sin árboles, sin espacios públicos y donde a ningún hijo de… familia, que se llaman autoridades, le importa un comino. Una ciudad donde los alcaldes ni sus regidores asisten a un evento cultural, como tampoco recorren la ciudad para conocer las deficiencias urbanísticas, porque si lo hicieran sabrían que muchas calles de la ciudad se han convertido en rellenos sanitarios, como el jirón Sisley, calle a la que ciudadanos amorales lo han convertido en basurero desde hace más de doce años. Han pasado cinco alcaldes y a ninguno de ellos les alumbró el foco para diseñar un plan de cómo identificar a esos imbéciles y molerlos a palos. Es solo un decir.

Cierto, nuestra ciudad es la construcción de todos. Pero para institucionalizar compromisos se necesitan políticas, liderazgos efectivos, funcionarios comprometidos con la sociedad y no solo con la autoridad, hacer cumplir la ley y que los delincuentes no terminen imponiendo las reglas. Necesitamos una nueva forma de gobernar la ciudad. Felizmente ya faltan dos años para volver a soñar. (Comunicando Bosque y Cultura).

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