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viernes, marzo 29, 2024

SEGUNDA PARTE: LOS POLÍTICOS, UNO DE LOS MUCHOS RESPONSABLES

El niño Lorenzo Fernández, después de algunos arrebatos de desesperación producto de la visión que tuvo, pues veía que con duro golpe se enfrentaban los dirigentes de varias ciudades de la costa, la sierra y la selva. Situación ésta que propició para un nuevo encuentro con las principales autoridades para estampar las firmas a la solución inmediata de los problemas de cada región, de cada ciudad, de cada distrito.  

Luego corrió por las ciudades del país las reales motivaciones de las disputas y los pugilatos con que se enfrentaban las autoridades. Toda la población de cada pueblo estaba a favor de algunos cambios en iniciativas de ley y que el Congreso debería poner a dictamen, discutirla y someterla a votación, y que el Ejecutivo producto de este probable consenso lo estudie para su inmediata publicación en el Peruano.  

Esta iniciativa de ley debe hacer mención sobre las elecciones y cambio de Constitución, que realmente sean de servicio al pueblo, al ciudadano y no se conviertan las elecciones en el resultado favorable de los que postulan, como sucede hasta el día de hoy. Este despropósito legal ya creó un montón de precedentes negativos en el país a tal punto que nuestras sociedades no tienen cultura de partidos políticos a pesar de que existe la Ley de partidos políticos.  

La gran responsabilidad es de los que dicen ser parte de los partidos políticos, porque de los 9 fines y objetivos que tiene esta ley, solamente uno (01) cumplen con mucha, pero con mucha pasión, cuál es: PARTICIPAR EN PROCESOS ELECTORALES.  

– “Soy de la idea -sostiene-, el orador Marcelino, el primer artículo de la Constitución que dice: La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”, es únicamente letra muerta.  

-Pregunto- sostiene Marcelino: ¿somos el fin supremo de la sociedad y del Estado?  

-Noooo-se oye el bullicio de la gente  

– ¿Por qué los ciudadanos y sociedad somos letra muerta en la Constitución?  

-Porque el Estado a través de sus principales autoridades no nos priorizan -responden en masa la gente.  

Marcelino mientras va preguntando levanta la vista a larga distancia y ve gente que se acerca a montones agitando banderolas y mensajes a favor de los derechos de los ciudadanos. Aprovecha para hacer la siguiente pregunta:  

– ¿Están de acuerdo que se cambie toda la Constitución?  

-Siiii, siiii, siiii, siiiiiiiii -La respuesta fue espontánea y apoteósica de miles de personas que se reúnen en la plaza principal de una de las ciudades de la costa. A esta misma hora se iban llevando asambleas, reuniones y mítines en todos los lugares principales del país.  

-Precisamente -continúa su perorata el dirigente con más convicción – el primer artículo, siendo como es el bonito cantar intrínseco de que “nosotros somos los reconocidos supremos por parte del Estado”, es solamente declarativo, poético y hasta peyorativo, porque no se cifra en la realidad de cada ciudadano y de cada sociedad que sufre y sufrimos la ausencia del Estado; la ausencia de gobernabilidad y la ausencia en defensa de la dignidad humana.  

Un ciudadano al no poder dejarse ver por parte del orador, sube a uno de los árboles más altos de la plaza, desde donde agita sus manos con la bandera peruana. Situación ésta al numeroso público le llamó la atención, miles apuntan la mirada curiosa a la imagen del gigantesco árbol. El orador a su vez cuando se ve sorprendido por esta aventura del muchacho, arenga al público para que le escuchen lo que tiene que decir.  

-Doctor Marcelino-, expresión del ciudadano que subió al árbol-, así como el primer artículo de la Constitución es solamente declarativo, poético y hasta peyorativo, como lo acabas de decir muy acertadamente, la 206, que es el último artículo de la Constitución es arbitraria e impositiva, pues nos quita a los ciudadanos la iniciativa del referéndum y las reformas que se deben emprender, recayendo estos entuertos legales únicamente en el Congreso.  

El orador luego de escucharlo muy atentamente, le interrumpe y dice: ¡bravo muchacho! ¡bravo! Y toda la apabullante masa gritó ¡bravo, bravo!  

-Voy a terminar mi participación -sostiene un poco cansado el orador-, indicándoles que ya estamos teniendo ciertos consensos con los demás dirigentes y autoridades del país, para que las demandas del pueblo, de los ciudadanos, de todos los profesionales, los hechos y proyectos de cada ciudadano, sean realmente dignas de ser reconocidas como entes supremos por parte de la sociedad y del Estado y no que permanezca como letra muerta hasta el día de hoy.  

El orador agitando y levantando sus brazos, exclama: ¡gracias, gracias, mil gracias pueblos del Perú!  

CONTINUARA: TERCERA PARTE.  

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