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sábado, mayo 4, 2024

Mamerto Torres Ruíz, de Juan Guerra

Desde que le conocí en el colegio, en 1962, Mamerto me llamó la atención por su personalidad, su carácter y su integridad, que, casi seis décadas después, son valores que los mantiene incólumes y que siempre admiré. Es que los valores se inculcan desde la familia y se fortalecen por la misma personalidad de las personas. Y entre líneas de la conversación concluye que, si la sociedad valoraría los méritos de las personas, no tendríamos a tantos saltimbanquis de autoridades o de altos funcionarios.

Le visité a Mamerto Torres Ruíz (Juan Guerra, 12.08.1944) el miércoles por la mañana, en su bosque urbano que conserva dentro de la misma localidad de Juan Guerra, lo que en esta época es un verdadero milagro, porque casi todos los alcaldes de estos tiempos son enemigos del medio ambiente y de la naturaleza, y nos remitimos solo a Morales, Tarapoto y Lamas. Conversar con Mamerto en su finca es como visitarle a un patricio romano porque estamos rodeados de un bosque, como si quisiera recuperar imaginariamente esos extensos quinillales de antaño que creaban el ecosistema donde abundaban los congompes y que vivían bajo los árboles como si fueran cascajales de las orillas de los ríos.

Mientras conversamos no deja de expresarnos su admiración por su esposa, doña Otilia Flores García (Juan Guerra, 1946), por sus hijos Ivonne, Guadalupe, Mamerto, Elías y Otilia, todos ellos profesionales y por lo que se considera un padre orgulloso. Y no se olvida de sus

hermanos Celso, Hilda, Alejandro, Nimia, Mamerto, Zadith, Graciela, Roy y Elías, sin dejar de reconocer la educación y formación que le dieron sus padres: Alejandro Torres Paredes y Aurelia Ruíz Torres. Y conversar con Mamerto es enriquecer nuestras vivencias y fortalece nuestra convicción por la democracia porque a él siempre le conocí defendiendo causas justas como cuando dirigió en 1964 la primera huelga estudiantil en el Instituto Nacional Agropecuario Nº 10, de Tarapoto, el mejor colegio secundario del mundo, movimiento en el que yo, en el tercer año de secundaria, era el corresponsal de prensa y responsable de redactar los comunicados que se irradiaban por Radio Tropical, de Tarapoto.

Las convicciones de las personas se manifiestan en lo que admiramos y valoramos, y Mamerto es una prueba de ello. Mamerto Torres Ruíz recuerda con emoción y valora las vidas de Alfonso Flores Torres, Diómedes Paredes Ramírez, Edgar Paredes Grández, Victoriano Paredes Ramírez, Benedicto Flores Paredes y Elías, su hermano mayor, con quien también conversamos esa mañana y que es una fuente inagotable de la historia de su pueblo. Pero lo admirable es que coincidimos cuando expresa que recuerda con gran afecto y respeto a sus compañeros de promoción: José Urresti Alvarado (casi chazutino), Jorge Grández Armas y Rodolfo Paredes Pinedo (juanguerrinos).

Un momento de tremenda emoción vive Mamerto esa mañana cuando le pongo en contacto con José Urresti Alvarado, quien reside en Yurimaguas, y tienen el primer contacto después de casi sesenta años cuando terminaron la secundaria. Pero esta historia continuará, porque hay mucho de qué escribir. (Comunicando Bosque y Cultura).

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