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lunes, mayo 6, 2024

Ruta ancestral: Caminos de sal

Patrimonio alimentario y cultural de los kechwas lamistas

La cosecha de la sal, para los kechwas Lamistas, no es diaria, tiene sus momentos. Se cosecha durante los meses que anteceden a las fiestas de febrero y en agosto, y está vinculada con el ciclo de cosecha del bosque, pues para ambas épocas fructifican árboles y los animales se encuentran en el momento adecuado para su “saca”. La cosecha es principalmente para consumo doméstico y para el trueque, muy poco para su venta.

El recorrido, se hace en camionetas concertadas para tal fin, hasta el lugar conocido como Bello Horizonte, y la otra parte se hace caminando hasta Tiraco. Estos viajes los kechwas aprovechan para cazar animales, recolectar plantas medicinales y obtener sal. Antes de llegar a la mina y según comenta Leonardo Tapullima de Waman Wasi: “los mayores aconsejan a los jóvenes caminan con tranquilidad con respeto y sin hacer ruido porque los espíritus del monte y de la sal se molestan cuando hace bulla”. Miguel Sangama Cachique, agrega: “Antes, este cerro era muy fuerte, acá si hacia lluvia, llovía con truenos y corría el viento, por eso se fuma nuestro cigarro mapacho y se pasa tranquilo”.

Los indígenas consideran que todo ser de la naturaleza, tiene vida, y que toda entidad tiene su madre. La madre del domo de sal es un espíritu que se conoce con el nombre de Achkin Vieja. Como es la dueña de la mina, antes de iniciar la cosecha le brindan ofrendas con chicha, aguardiente y cigarro mapacho, Para Emilio Tapullima comenta: “Esta sal tiene su madre que se llama la Achkin vieja, sale a molestarse cuando mucho se desperdicia la sal, por eso con su mapachito se le amansa a su madre, porque si no, de cólera hace llover nomás. A algunos les “Shingurean-hacer daño”, les da vómitos y diarrea: ya estamos viendo que a uno de los jovencitos ya le ha “shigureado”, son pruebas que por primera vez nos hace la madre la sal”.

La sal se localiza en la superficie de los domos y su forma se asemeja en pequeño a una cordillera con picos y quebradas diseminadas en unos 100 metros en el área de los domos. Este relieve superficial, expresión de la emergencia de rocas salinas intrusivas profundas, los domos se manifiestan como figuras antropomorfas y zoomorfas, producto de la erosión laminar originado por las lluvias y vientos. Pedazos de estas rocas salientes se hallan dispersos a partir de los cuales los indígenas tallan, usando machete o hachas, una suerte de mazo llamados “cachimazos” – mazo de sal – que se utilizan en la cocina para la preparación de comidas como el tacacho y patacones de plátano, pero también le dan esta forma para facilitar su traslado.

Un domo puede tener una superficie de entre 8 a 10 km. Los indígenas recolectan entre 15 a 20 kilos de sal por persona de acuerdo a la edad, sexo y fortaleza física. Con sus canastos cargados de sal, caminan a pie durante horas, por caminos hacia los lugares donde existen trochas accesibles a los coches, Antiguamente, cuando no existían buenas carreteras, las familias caminaban desde sus comunidades cercanas a Lamas. Recordando esas épocas, Petrona Sangama, comenta: “Cuando nosotras éramos señoritas el camino era distinto. Ahora es diferente, está ancho. En ese tiempo cuando nos llevaban era de ir llorando, se subía por caminos angostos y apegados a raíces de los árboles”.

La sal cosechada por las expediciones familiares es usualmente guardada luego de ser redistribuida entre todas las familias de la comunidad, en particular para quienes no viajan cuidando los hogares de quienes lo hacen. Como indica Juan Pablo Cachique, de la comunidad de Alto Pucallpillo: “la sal que llevamos hacemos caranakur (compartir) con la familia, tenemos que mallichinakur (hacer probar) a todos”

Unos de los aspectos que obviamente significan mucho para las economías indígenas es el ahorro por la disminución de la compra de la sal en el mercado local. Como manifiesta Efraín Piña: “No he ido a la mina por 20 años, en mi casa no han usado cachimazo, todo era bodega de la sal. Ahora vamos a ahorrar y con ese ahorro podemos comprar otras cosas”; pero también y como indica Isidora Tulumba Amasifen, puede ser una fuente de ingreso: “Esta sal a veces es negocio, un cachimazo, una gallina”.

Los caminos de sal en la ACR – Cordillera Escalera, es el mejor legado de los kechwas Lamistas; hacia nuestra región y es un compromiso de las autoridades de turno, ponerlo en valor de manera responsable.

Fuente: Grimaldo Rengifo Vaques – PRATEC

Tomás Cotrina Trigozo: Docente Universitario y Gestor Cultural

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