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miércoles, mayo 1, 2024

El comercio ilícito de drogas y su impacto en el medioambiente

«La gente en la pandemia cuando no tenía trabajo o qué comer, vio en la hoja de coca una alternativa y se lanzó a su producción», indicó Jaime Antezana. 

El cultivo de hoja de coca se desarrolla en ecosistemas frágiles y bosques vírgenes, incluso en parques naturales. Esto provoca deforestación y la pérdida de hábitats en los que se cobijan diferentes especies de flora y fauna. Además, el transporte de la cocaína también contribuye a la contaminación del ecosistema. 

Cada año, aproximadamente, unos 275 millones de personas en el mundo consumen drogas ilícitas. Estas traen enormes consecuencias para la salud y la sociedad en su conjunto. No obstante, no solo los seres humanos se ven afectados por el comercio de estas sustancias. 

“Las drogas pueden matar”, es la fase que inicia el prefacio del informe Word Drug Report 2022, realizado por las Naciones Unidas. Por primera vez, esta entidad alerta sobre el impacto de las drogas ilícitas en el medioambiente. A pesar de no ser tan significativo a nivel global, los efectos negativos de las drogas impactan de modo local, comunitario e individualmente en la sociedad. 

Una de las drogas más producidas es la cocaína, se sabe que alrededor de unas 234 200 hectáreas de esta planta son cultivadas en diversos países de Sudamérica, especialmente en los que tienen territorios en la Amazonía. 

El costo del narcotráfico 

Las hojas de coca se procesan primero en pasta de coca y luego en clorhidrato de cocaína en pequeños laboratorios locales. Los ingresos generados por el comercio ilícito que comentamos hacen que la destrucción del medioambiente adquiera proporciones a mayor escala. 

Secado de hoja de coca en una vivienda en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), la zona con la mayor producción de este cultivo en el país.

En el 2019, se estima que en Colombia se produjeron 1137 toneladas de cocaína. Esto se tradujo en 490 000 000 litros de productos químicos líquidos y 94 000 toneladas de sustancias químicas solidas en el medioambiente. Además, los pesticidas usados para el comercio ilícito de hoja de coca deterioran los ríos y suelos. 

Aunque Colombia ha sido uno de los países que ha disminuido la superficie de cultivos de hoja de coca, las zonas de reserva forestal y los parques nacionales naturales de este país concentraban el 24% del cultivo de esta planta. 

En cuanto al Perú, aumentaron los cultivos ilegales de hoja de coca, lo que trae como consecuencia el aumento de la tala indiscriminada de bosques. Esto coloca en peligro a especies que habitan la zona y a las personas que viven allí. Además, defensores y defensoras ambientales se encuentran en estado de vulnerabilidad por las constantes amenazas que reciben por parte de quienes ejercen comercios ilegales como el narcotráfico. 

Erradicación de hoja de coca

Por otro lado, las drogas sintéticas ilícitas como las anfetaminas, también contribuyen a la degradación del medioambiente. Un kilo de esta genera unos 30 kilos de tóxicos desperdiciados en ríos. 

Debido a estas consecuencias críticas al medioambiente, las Naciones Unidas advierte que el debate internacional sobre políticas de drogas debe estar conectado con los problemas ambientales y la economía de las drogas ilícitas, pues existe una fuerte relación entre ambas consideraciones. Sino se toman medidas, el comercio ilícito de drogas seguirá creciendo a costa de la destrucción de los ecosistemas. 

“Sudamérica ya no solo ofrece cocaína al exterior, se ha vuelto el mayor consumidor” 

Nicolás Zevallos, exviceministro de Seguridad Pública del Ministerio del Interior al analizar reporte de la ONU acerca de este flagelo. 

El Informe de la UNODC estima que, a nivel global, 11.2 millones de personas se inyectan drogas. Además, alrededor de unos 284 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron drogas en todo el mundo. En líneas generales, la ruta del narcotráfico se hace cada vez más peligrosa. 

El Perú produce 150 mil toneladas de hoja de coca, la empresa Coca Cola solo le compra al Perú el 0.099% del total.

Pandemia y el aumento de lo ilícito 

La pandemia de la COVID-19 frenó todo, menos lo ilegal. Los comercios ilícitos como la minería, tala o el narcotráfico afectaron, principalmente, a las comunidades que viven en las fronteras. Por ejemplo, son los pueblos nativos ashánikas quienes están a la espera de una solución con respecto a la madera ilegal sin control extraída en la zona que habitan. 

Sin embargo, también se detuvo la erradicación del cultivo. En el año 2020, en el Perú solo se logró erradicar 1430 hectáreas, mientras que en el 2018 la cifra llegó a las 25 526 hectáreas. 

Estas cifras poco alentadoras se vieron reflejadas con el retorno a la normalidad. “El regreso de estos comercios ilegales [tales como el narcotráfico] fue bastante agresivo. Sumado a ello, los mecanismos de control, seguridad o las políticas antidrogas se precarizaron, pues toda la gestión del Estado estuvo dirigida a la emergencia sanitaria. Ahora vemos la expansión de los cultivos principalmente en el Vraem”, acotó el exviceministro. 

Aunque el Perú aún se mantiene detrás de Colombia en el proceso de comercialización de cocaína, Zevallos comenta que lo preocupante en el caso peruano es su cercanía con el mercado brasilero. “El Perú está construyendo un circuito de abastecimiento Brasil y Argentina. Eso es preocupante porque, por ejemplo, el sistema de control que se implementa en Estados Unidos es muy diferente al caso sudamericano. Para llevar coca a Europa tienes que dar la vuelta por todo África o por todo el Atlántico. Para ir a Brasil solo pasas por su enorme frontera”, explica. 

“El único destino posible de esos cultivos de hoja de coca es el narcotráfico” 

“El cacao, café o los frutales son rentables a largo plazo, pero implica una cadena de incursión a los mercados mucho más desarrollada” La pregunta de fondo es qué está ofreciendo el Gobierno para poder darle incentivos al agricultor para que efectivamente se autoerradique. Esa es la interrogante en la que se debe insistir. Le estás pidiendo al cocalero que deje su principal sustento, pero ¿a cambio de qué?, acota Zevallos. 

Es necesario comprender cuáles son las consecuencias de no contar con planes eficaces para la erradicación de los cultivos ilegales de hoja de coca. “Debemos entender los daños que se generan. Eso debería primar. Si se sigue postergando esta lógica el final no será alentador”, finaliza el exviceministro.

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