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domingo, abril 28, 2024

¿Un Arévalo analfabeto?

Los Arévalo siempre fueron una familia de prosapia. Social, económica y políticamente influyentes, su presencia en el departamento de San Martín se registra desde el siglo XVIII. Y todo parece indicar que proceden del Ecuador, como muchísimas familias ilustres y que jugaron un rol importante en el desarrollo de la Amazonía. Sin embargo,…..

La semana pasada –investigando en los archivos de Titulación de Tierras-Dirección Regional de Agricultura San Martín– encontré un expediente de 1937 en donde se detalla el proceso de otorgamiento de un título de propiedad de terreno. En efecto, el 15 de octubre de ese año, don José Arévalo, natural de Tarapoto, solicita ante el prefecto del departamento de San Martín el otorgamiento de cinco hectáreas de un terreno que venía cultivando en el caserío de Santa Rosa, distrito de San José de Sisa. Y aquí viene lo sorprendente, porque la solicitud lo firma “a ruego”, don Julio G. Núñez R. En esa misma fecha, se expide un certificado suscrito por dos funcionarios de apellido Reátegui, del Concejo Distrital de San José de Sisa, y don Mardoqueo Tuanama, juez accesitario del mismo distrito, donde hacen constar que don José Arévalo “es de “raza mixta y analfabeto”. O sea, no era gente fina.

¿Era posible que alguien de la familia Arévalo no haya aprendido a leer? ¿Por qué ocurrió esto y a quién achacarle la responsabilidad, sino a la desidia de los padres o un error del sistema educativo? En verdad, esta situación se presta a la especulación. También es cierto que, por esos años, los índices de analfabetismo en el país eran altos y se trató de corregir con las campañas de alfabetización que existieron hasta el año de 1960, si no estoy equivocado. En estos tiempos modernos si bien ya no existirían analfabetos típicos, los hay los funcionales, como son esos altos funcionarios que jamás leyeron un libro, y que viven mirando videos y que cuando exponen sus deficiencias académicas y lagunas de conocimientos los “superan” con la expresión de “al parecer”, y siguen tan campantes.

Lamentablemente este espacio es corto para detallar todo el proceso de la solicitud de terreno del señor Arévalo –quiero especular que no era de la rama de los “Cocopas”, que eran los legales–, que es extraordinariamente ilustrativo por los procedimientos y las etapas de los mismos. Pero quiero destacar la intervención del Perito Regional de la Margen Izquierda del Río Huallaga, don Francisco Delgado Murrieta, quien realiza la inspección ocular el 22 de noviembre de ese mismo año teniendo como testigos a don Eulogio Tovar y a don Pedro Reátegui, presentando el 28 del mismo mes su informe al Prefecto del Departamento donde explica que los terrenos donde está asentado el predio de José Arévalo “geológicamente forma parte de terrenos del cuaternario de reciente formación y que la declinación magnética está a 7º40´´ con relación a la altura del Sol”. Todo un capo.

Recién el 25 de enero de 1939, el prefecto del departamento eleva el expediente de José Arévalo al Ministerio de Fomento y Obras Públicas. Con fecha de 05 de junio de 1940, se expide la Resolución Ministerial por el que se otorga a Julio Arévalo el título definitivo de propiedad. Ya podemos imaginarnos que, al momento de recibir su título, don José Arévalo pasaría por dos emociones: su título era firmado por el mismo ministro, y su lamentación silenciosa de no haber aprendido a leer. Pero son cosas de la vida. (Comunicando Bosque y Cultura).

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