27.8 C
Tarapoto
sábado, mayo 4, 2024

Tiempos violentos: Las turbas no son el pueblo

El mensaje es claro, no les interesa dialogar, sino imponer una agenda a través del terror. 

Manifestaciones vandálicas y más de cuarenta muertos desde diciembre: una crisis que no avizora solución, el precio es muy alto. 

Los actos de violencia en el país expresan la poca capacidad de respuesta del Estado para contener estas protestas contaminadas de vandalismo. Es lo que nos toca presenciar por no habernos ocupado, en su momento, de darle consistencia a la institucionalidad: la representatividad política no significa casi nada en el interior del país porque nunca se ha encontrado presente en términos prácticos y eficientes, solo se ha mostrado para incursionar en la corrupción y en las conspiraciones políticas. 

De esta forma, la cancha quedó libre para aquellos que caminan acostumbrados al margen de la ley.  

Varios personajes de ese tipo son los que ahora organizan las incursiones vandálicas para saquear ministerios, empresas del estado, gobiernos regionales y municipales. 

Es esta gente que se aprovechan de la insatisfacción y la frustración de la población. Y los escuchan. La ira ha podido más. 

Ahora somos vulnerables frente un asedio violentista que es fustigado por sectores vinculados al narcotráfico y a la minería ilegal y movimientos ultras: ellos son los que financian muchas movilizaciones con el objetivo de desestabilizar el sistema y propiciar el caos, también se encuentra el Movadef que cumple un rol de organizador en las distintas manifestaciones en el país.  

El frágil Estado Peruano ha respondido como ha podido y no como debió hacerlo. 

La falta de prevención para organizar un plan de contención policial eficiente no se evidenció: se sabía que las protestas violentas iban a ser retomadas, es allí donde el Estado falla y se ve superado.  

A eso hay que agregar la falta de manejo en el uso excesivo de la fuerza: la policía teóricamente está preparada para neutralizar y romper manifestaciones por medio de diversas tácticas y herramientas donde se incluyen las armas no letales. Pero ese tipo de accionar no se ha evidenciado.   

Es necesario señalar que en este contexto no encontraremos una respuesta correcta para todo: estamos en un caos que tiene muchas aristas y se requiere analizar distintos aspectos para comprender las razones de estar en una situación tan dramática.  

Es cierto que la responsabilidad política sobre las 46 muertes ocurridas desde diciembre recae en la gestión de Dina Boluarte. Sin embargo, hay que recordar que este gobierno es de transición y no posee las herramientas políticas necesarias para afrontar con solvencia esta severa crisis; exacerbada en la magnitud que conocemos por quienes poseen agendas que persiguen tumbarse el sistema democrático.  

En este contexto, hay congresistas de Perú Libre vinculados a intereses antidemocráticos e ilegales: cómplices de maniobras desestabilizadoras. Basta escucharlos y ver su comportamiento en el parlamento para desconfiar de su compromiso legítimo con el país. 

Todos parece que las protestas van a continuar y es fundamental hacer distinciones en este escenario caótico que vivimos: no se puede negar que existen sectores de la población en el país que están hartos de vivir postergados y en la miseriaNo todas las protestas han estado conformadas por vándalos, pero sí es cierto que actores con objetivos políticos hostiles a la democracia están jugando un papel para llevarnos al desconcierto absoluto.  

Este crimen es el rostro aterrador de las reales dimensiones de muchos de estos “manifestantes” y de quienes están moviendo los hilos de estas movilizaciones: operadores políticos siniestros que persiguen la inviabilidad de acuerdos o negociaciones. Viaja una comisión de alto nivel a las ciudades del sur del país  y no hay con quiénes dialogar. El mensaje es claro: no les interesa dialogar, sino imponer una agenda a través del terror. 

En este contexto es pertinente invocar a las fuerzas políticas democráticas a actuar de manera responsable y que dejen de lado sus pequeñas o menudas agendas políticas.  

El Perú se incendia y no tenemos un gobierno fuerte, sólido: es frágil y huérfano de apoyo. Ahora, si nos hacemos a los que ignorábamos o nos ponemos en modo negación sobre quiénes nos gobernaron en el último año y medio: es una tragedia. 

Artículos relacionados

Mantente Conectado

34,541FansMe gusta
280SeguidoresSeguir
1,851SeguidoresSeguir

Últimos artículos