El triste final Toledo
Día a día, la prensa va mostrado el penoso final de Alejandro Toledo, quien a través de recursos y más recursos, está tratando de impedir su extradición al Perú pendiente desde hace más de seis años. A toda costa está buscando no ser sentado en el banquillo de los acusados para que responda por las millonarias coimas que habría caído en sus manos a cambio de direccionar licitaciones.
Lamentable que quien ocupó la Presidencia de la República, hoy sea un meme político tratando de apelar a lo que sea, a fin de que no lo suban en avión y lo manden engrilletado y rodeado de policías, que es lo que le corresponde. Bien pudo venir hace muchos años y ponerse a derecho, pero optó por la evasión y el trillado recurso de promocionarse como un “perseguido”, algo que solo se lo creen unos “intelectuales” que ha aparecido por allí con un triste comunicado.
Pero desde hace tiempo el personaje se había convertido ya en una vergüenza para el Perú. Recordemos cuando fue arrestado en California por andar haciendo escándalos bajo los efectos del alcohol, o esa vez que recibió un llamado de atención de las autoridades luego de ser sorprendido violando el arresto domiciliario que de manera bastante benevolente se le otorgó para evitar que se contagie de COVID-19 en la cárcel.
Es de esperarse que una vez en Lima, el Poder Judicial tengan en cuenta todas las trabas que ha puesto este sujeto para evitar su retorno y la labor de los fiscales y jueces. Supongo que, a estas alturas, los peruanos, incluyendo a los que administran justicia, ya estamos curados de esas historias baratas y sensibleras que nos hablan del “humilde campesino que salió del ande para luchar por sus hermanos oprimidos, y que hoy es objeto de venganza política”.
Toledo es quizá el más grande corrupto de todos los políticos de nuestra historia republicana.
Allí están los millones de dólares con los que se compró propiedades a nombre de su suegra luego de una triangulación con una empresa trucha creada en Costa Rica. Pero lo más grave de su accionar es que en algún momento personificó todo lo opuesto a la corrupción que en el año 2000 nos dejaba el fujimorismo. Un inmenso fiasco.