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jueves, marzo 28, 2024

Los 100 primeros días

Todos los niveles de gobierno viven la emoción de sus primeros cien días. Fernando Belaunde Terry fue el primer gobernante que presentó un informe público de sus primeros cien días en octubre de 1963, cuando su primer gobierno y lo anunció a página completa en el diario El Comercio. Pero ya han desaparecido la emoción y expectativa por conocer lo que dirán los Números Uno, tanto para los momentos de los primeros cien días, como en las rendiciones de cuentas, al haberse convertido en espacios abúlicos, aburridos y anquilosados.

Los Número Uno deben convertir a los 100 primeros días en la promesa de un futuro mejor a partir de bases sólidas y demostrando que conocen de gestión pública. Y esto dependerá mucho de la gente que han convocado para acompañarles. Si desde el arranque la población ya sabe quiénes les acompañarán y estarán en sus entornos, la presentación de esos cien primeros días se convierte en la crónica de una muerte anunciada, por lo que deben tener cuidado de los sabelotodo a quienes convocan.

He asistido a estas presentaciones y cada vez he salido llorando y con lágrimas en los ojos: solo son propuestas de acciones y, al mismo tiempo, el espacio para defenestrar de la gestión anterior, y en esta parte no dejan de tener razón, pues muchas gestiones que terminan parecieran repetir la histórica frase: “¡Después de mí el diluvio!”. Esos `100 primeros días` han dejado de tener ese glamour y expectación que da la fantasía de esperar el anuncio de una nueva era. Alguna vez habían sido como asistir a esa primera cita de amor y recibir ese beso y algo más que cambia nuestras vidas.

La exposición de los cien primeros días debe corresponder a ese espacio a partir del cual se genere un clima de confianza en la gestión, y este será el primer depósito en la ´cuenta bancaria emocional´ de las gestiones… si creemos a Stephen Covey. Porque es demasiado temprano para criticar pues los Número Uno están en un proceso de acomodo y, muchos de ellos, probablemente, en enmendar y corregir clamorosos errores en algunas tempranas y equivocadas designaciones. Lo primero que deben lograr es el tener un equipo sobrio, empático y competente. En este aspecto, Adriano, Lincoln, Woodrow Wilson y Jhon Kennedy tienen mucho que enseñar. Ojo: el clima laboral es crucial para el éxito de las gestiones y mucha gente despistada de las nuevas gestiones contribuye a destruirlas.

Tengo esperanzas en los Número Uno de esta gestión. El Número Uno regional debe dirigir y encauzar la revolución, porque no hay nada por inventar. La clave estará en el estilo de gobernar. Será importante que las propuestas que le hacemos llegar no se pierdan entre los papeles de funcionarios de mando medio que, casi siempre, las bloquean o las ningunean: hacen lo imposible que no sean conocidas por los Número Uno para que las ideas que se les alcanza aparezca como la iniciativa de esos funcionarios. No nos olvidemos: abundan los plagiarios en la administración pública. A los Número Uno les decimos que sus mayores enemigos los tienen cerca de ellos. (Comunicando Bosque y Cultura).

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