Es realmente impactante ver aflorar por todos lados los signos cada vez más tangibles de la debacle del progresismo, colapso causado por la iluminación de las colectividades que van dándose cuenta de todo el fracaso generacional que viene, y ha venido causando, a nivel personal, social y cultural, el mal llamado progresismo (que con el progreso verdadero casi nada tiene que ver).
Como sabemos, el progresismo es una corriente política, social y cultural que se caracteriza por defender una perspectiva crítica y transformadora del sistema social, económico y político vigente. Surgió a finales del siglo XIX en Estados Unidos y Europa, y se consolidó en el siglo XX, desbordando sus deformaciones en el siglo XXI.
En términos de aciertos, el progresismo ha logrado avances significativos en la lucha por los derechos civiles y políticos, la igualdad de género y la protección del medio ambiente. También ha conseguido la implementación de políticas sociales que han mejorado la vida de millones de personas.
Sin embargo, el progresismo también ha promovido la pérdida de la diversidad cultural y política con un dogmatismo ideológico que no permite la discusión y el debate crítico. Asimismo, la educación “progresista” ha descuidado la enseñanza de habilidades y conocimientos fundamentales, la falta de disciplina y autoridad en el aula (desde la célula familiar), y la falta de énfasis en el papel de la educación en la formación de ciudadanos comprometidos con la sociedad y esto ha malogrado grandemente a varias generaciones.
De ahí que, al caerse los velos y disfraces, se puede ver manifestaciones de rechazo ‘in-crescendo’ a la dictadura e imposición (vestida de “paz y amor” y, de verde…) de todas esas ideologías fanáticas de masas, a esa cultura de la cancelación, en fin, la coacción alienante de lo ‘políticamente correcto’, manifestaciones de profunda CONTRADICCIÓN (propia de la era anterior: Piscis) que astutamente se han superpuesto al sano deseo colectivo de progreso y nuevos aires propio de Acuarius.
Como bien lo expresaba el Dr. David Juan Ferriz Olivares (1983) aportando valiosamente las razones desde la ciencia cosmobiológica: “Esta etapa de transición se muestra por demás, como período de tiempos difíciles, en que el hijo niega al padre y el deterioro de la cultura surge por rechazo y por deformación crítica. Una etapa de transición con velos de ignorancia (…) La transición hace 2 000 años, de Aries a Piscis, también marcó como ahora una etapa confusa y bárbara. Ahora vemos también que los valores de Piscis son reforzados con nuevas estructuras sobrepuestas, y en cambio los de Acuarius [como el equilibrio, la sabiduría y el orden] son deturpados con gran rechazo, o, por el contrario, las avanzadas de Acuarius están inmersas y saturadas en las características de Piscis.”
Por ejemplo, he visualizado, no sin reírme, el muy diciente y cargado de significado “meme” en el que se ve a “He Man” diciendo: “Y recuerden amigos: los Punk son gente agradable fingiendo ser mala y los Hippies son gente mala fingiendo ser agradable”. También circula la frase atribuida equivocadamente a Dostoievski, pero que transmite bien la “idea dentro del aire” en estos años: «La tolerancia llegará a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles». En ese tenor, una noticia triste de estos días ha sido la renuncia de una maestra en Florida-USA, al ser “apedreada” de críticas, por llevar a sus alumnos niños al museo a apreciar el celebérrimo “DAVID” de Michelangelo (un desnudo en mármol) y, sin embargo, al mismo tiempo, se promociona en el mismo Estados Unidos, en la educación primaria, las visitas y exhibiciones de “artísticas” de “Drag Queens”. (!!!)
Como bien lo expresaba el Maestre Dr. Serge Raynaud de la Ferrière: [esta es una] “¡EDAD DE COMPLEJIDADES, DE PARADOJAS Y DE INCOMPATIBILIDADES!”
Y citando a Saint-Yves de Alveydre: “Todo nuestro pretendido período de progreso, no es sino un atroz punto negro en el conjunto de las edades (…) La imitación sucesiva de tonterías paganas ha desfigurado la educación hasta llegar a lo antisocial, y desde la escuela primaria hasta los que se apellidan altos estudios, reportan verdaderamente una graduación tan insignificante, que no alcanza a ser asunto de instrucción superior, y por esa razón observamos donde quiera una misma mentalidad banal…”