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lunes, mayo 6, 2024

Segunda Parte: La conservación de la Amazonía debe ir de la mano del desarrollo de su población

rabajar con al menos ocho países de la región no es una tarea fácil en una región tan compleja y diferente en sus políticas, necesidades y comunidades indígenas que habitan la Amazonia. La cooperación entre gobiernos es necesaria para la conservación de la región y ya ha habido avances en ese sentido

Los países de la Amazonía han realizado esfuerzos para conservarla. En 1978 se firmó el Tratado de Cooperación Amazónica y en 2019 el Pacto de Leticia por la Amazonía.

“Yo diría que estos son excelentes intentos. Todavía son pequeños en relación con las necesidades de la región y los nuevos gobiernos. Por ejemplo, en Colombia y Brasil ya están pensando mucho en ese sentido: ¿Qué pueden hacer para agregar más? ¿qué pueden hacer para unir a estos países de una manera más fuerte, para conservar y evitar el punto de inflexión? Otro ejemplo es la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, o la COP28, que este año será en Dubái. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha recibido confirmación para albergar la COP30 en dos años [además de reducir a cero la deforestación en 2030]. Para 2025, en la ciudad de Belém, en el estado de Pará, hay una serie de cumbres en preparación. Traer más liderazgo regional para resolver el problema de la Amazonía es una de las prioridades de su gestión”, explica Connors.

De acuerdo con el informe Clima y Desarrrolllo del Banco Mundial, es necesario implementar estrategias de resguardo y conservación de la selva, cultivando más alimentos en menos cantidad de tierra. En este sentido, recientemente se publicó un informe que insta a poner más foco de productividad para promover el desarrollo económico y reducir la presión sobre los bosques en los estados amazónicos brasileños.

Mercados de carbono, una solución para sus habitantes

La conservación de la Amazonia debe ir de la mano del desarrollo de su población y es necesario generar un equilibrio entre el valor que se le da al bosque y la práctica de actividades como la agricultura y la ganadería. En este sentido, la población indígena tiene un papel fundamental, pues son más de 2 millones de personas que habitan y viven en estas tierras desde hace miles de años.

“Es posible tener crecimiento económico mientras se protegen los derechos de los pueblos indígenas, tanto su derecho a la tierra como su derecho a los recursos. Por ejemplo, el derecho a los ingresos de los mercados de carbono, no hay razón para que algunos de esos ingresos no se compartan. Los beneficios deben compartirse con los pueblos indígenas en cuya tierra se encuentran. Por supuesto, siempre existe una tensión entre la conservación y el desarrollo, ya sea para los pueblos indígenas o para otras personas. Y creo que esto es algo que los países amazónicos realmente han tratado de pensar en sus constituciones, en sus políticas”, comenta Connors.

De igual manera, la especialista explica que el sector privado debe impulsar inversiones con un sentido de sustentabilidad, con conocimientos de la región y un sentido ecológico: “Financiar la naturaleza nunca es fácil porque es difícil generar ingresos, y eso es lo que busca el sector privado, flujos de ingresos de la operación de un puerto o la construcción de una represa o el funcionamiento de una planta de energía renovable. Es muy difícil llevarlos a un sector donde, ¿quién paga por los árboles? Esta es exactamente la razón por la que los mercados de carbono son absolutamente esenciales para generar el tipo de ingresos que interesan al sector privado”.

La tarea es compleja y necesita la colaboración de diferentes sectores, pero los gobiernos deben ser protagonistas en las acciones para resguardar la selva amazónica, generando políticas efectivas basadas en investigaciones científicas, así como campañas de concientización y prácticas sustentables.

“Estamos viendo más y más liderazgo de los países de la Amazonia. Espero que sean esos países los que tomen la iniciativa y nosotros podamos aprender de ellos”, finaliza Genevieve Connors.

“Conservación de la Amazonía y el desarrollo deben ir de la mano”

Para el exviceministro del Ambiente (Minam), Mariano Castro, actual director de Unidos por los Bosques, de la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS), destacó la necesidad de impulsar la diversificación productiva, el desarrollo rural bajo en emisiones de carbono y la conservación de la biodiversidad.

En el diálogo centrado en el desarrollo y conservación amazónica, el experto en derecho y gestión ambiental señaló que “a nivel académico y de políticas públicas se ha consensuado que no existe una oposición entre las políticas de conservación y las políticas de desarrollo”.

Al contrario, según manifestó, “las mejores políticas públicas y las de desempeño empresarial son aquellas que integran diversos enfoques”, tales como “la cuestión de atención de las necesidades sociales, la prosperidad económica, el bienestar social, el cuidado del ambiente y el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales”.

En esa línea, Castro Sánchez-Moreno explicó que Loreto “ha dependido históricamente de la extracción de los recursos naturales, como el caucho, petróleo y madera”, y que, si bien las actividades de hidrocarburos y forestal no deben dejarse de lado, “tienen que ser impulsadas de manera sostenible, a través de mejores prácticas palpables”. Además, indicó que es clave aprovechar el ecosistema productivo que poseen las regiones amazónicas y diversificarlo.

En general, todo el territorio nacional tiene una gama importante de recursos que debemos aprovechar sin causar daño social y ambiental.  En la “Estrategia de desarrollo rural bajo en emisionesaprobada por ordenanza en Loreto y en otras regiones amazónicas, se establece la necesidad de impulsar y generar soluciones para el desarrollo de las actividades económicas, con respeto a las comunidades”, refirió.

Para el especialista, “la conservación y el desarrollo tienen que ir de la mano». Esto significa cambiar los modelos de producción y consumo, pero para ello «se deben crear hojas de ruta concretas y articuladas hacia los nuevos modelos queremos construir”. La Estrategia de desarrollo rural bajo en emisiones es un modelo de tránsito, según Mariano Castro.

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