Cuando recién empezó su gestión, el presidente de la Junta de Fiscales, Alberto Caro Rodríguez, llegó bien pana y no prestaba declaraciones a la prensa, todo le daba asco y el “señor” caminaba al aire, según los propios fiscales y trabajadores del Ministerio Público. Ahora se ha vuelto caserito de la tele, el hombre quiere salir a aclarar todo y no dice nada, no sabe ni los nombres de sus propios fiscales, ni cuántos policías existen en la ciudad donde reside y mucho menos acerca de los casos emblemáticos de la región que no se resuelven. Ha salido al frente para defender a su pareja sentimental, Giovanna Bellido, quien ha sido denunciada por el procurador.
El Procurador que ha denunciado a la “doña Bellido” se ha metido en tormentosos líos, pues la prensa que arregla todo (que no es nuestro caso, aclaramos) le ha sacado su hoja de vida a Percy Capillo, como una contra campaña por haber tenido la osadía de meterse con la pareja del fiscal Caro Rodríguez. Por lo pronto, el Gobierno Regional ha tomado la buena decisión de dejar sin efecto la resolución que contrataba a la abogada como asesora del ARA, porque está claro, que estaba mal.
Los asesinatos y asaltos continúan en las carreteras, los carteristas y ladrones al paso se han apoderado de las calles en las ciudades, los sicarios disparan a matar y la Policía Nacional, en mancha, cierra las calles para hacer batidas por no usar casco y sacarle 51 soles a los pobres trabajadores (maestros y empleados) de su miserable sueldo. Con razón, cada día, hay más civiles, que se asustan con la policía, que sienten además, que sus miembros son coimeros, abusivos y roba combustibles.
Hace tan solo unos días, asesinaron de un solo balazo a un trabajador del gobierno regional. Fueron dos delincuentes en una moto lineal protegidos por el maldito casco y los vecinos no los pudieron identificar y estamos casi seguros, que la policía no hará nada sobre este caso, que quedará impune como siempre.
Ya falta poco para que los famosos consejeros de la región se vayan a sus casas y sean reemplazados por nuevos, que ojalá realicen un mejor trabajo y descarten todo lo que hicieron, salvo honrosas excepciones, esas autoridades que fueron elegidas para trabajar por el pueblo y trabajaron para sus apetitos personales.
Quizás el único que se salva fue el consejero Marco Cruzalegui, que cumplió su labor, sin llegar hasta el fondo de sus denuncias, pero que estuvo a la altura de las circunstancias. Doña Flor de Belén Angulo fue una decepción total y solo estuvo ahí para defender todo, bueno o malo, del gobierno de Nueva Amazonía y el peor, está clarito, fue el tal Edwin Vásquez, el mismo que se opuso a la construcción de un centro cultural (¡es increíble!) y que ahora funge de vicepresidente, aunque nadie lo note.