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domingo, mayo 5, 2024

¿Puede el Perú convencer al mundo que toma en serio la protección de sus bosques?

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Escribe: Pedro Vásquez Puerta

 A propósito de la COP 20

Bienvenidos a mi país. Desde el 1 al 12 de diciembre nuestra preocupada, eminente y distinguida nación será sede de la COP 20, la reunión más importante en el mundo sobre el cambio climático y la conservación de los bosques. Y si pues, la cumbre se realizará en nuestro país, tan conservador y cumplidor de las leyes verdes, digo no.

Teniendo como escenario a indígenas asesinados por mafias madereras, indígenas procesados judicialmente por el enfrentamiento que se produjo en defensa de su territorio (Baguazo), un pueblo lleno de personas afectadas por un derrame de mercurio del que la trasnacional implicada (minera Yanacocha) no se hace responsable y más bien, quiere iniciar otro proyecto de extracción de oro y cobre vaciando unas cuantas lagunas (Conga).

Con un registro de más de 200 muertos en conflictos socio ambientales, además de otras decenas de heridos, golpeados y humillados. Cómo olvidarnos de los miles de mineros ilegales que depredan la Amazonía para extraer oro y que contaminan los ríos con mercurio.

No nos podía faltar, para darles la cordial bienvenida, presentarles a los traficantes de madera y de animales que operan con absoluta impunidad, sin que nuestro voluble e inconstante gobierno diga nada.

¿Por qué es importante esta reunión?

Bueno, si no sabes lo que es el cambio climático, “mándate a suicidar” o sigue enganchado a la televisión peruana viendo combate y esto es guerra. Pues, es el fenómeno que está calentando nuestro planeta debido a que los seres humanos (entre ellos, tú y yo) contaminan la atmósfera gracias a todas las industrias y modos de vida consumista. Por eso, en esta reunión, los países acuerdan reducir los gases que emiten y no deforestar los bosques. ¿Me entiendes?

Dicha cumbre se desarrolla en el Cuartel General del Ejército, más conocido como “El Pentagonito”. Queda en San Borja ¿No lo conoces?, ¿No te ubicas?. Tal vez lo recuerdes como aquel lugar en donde el primer gobierno de Alan García y el gobierno de Alberto Fujimori realizaron torturas y asesinatos, secuestros e incineraciones en los que desaparecieron muchas personas. Si no me crees, échale un vistazo al libro de Ricardo Uceda, “Muerte en el Pentagonito”.

En otros países los lugares de tortura del Estado se convirtieron en museos o centros de vergüenza, para no olvidar jamás, que hechos como estos, deben ser condenados y nunca repetirse. En el Perú tenemos un gobierno tan multifacético que aquí, estos lugares son sede de eventos internacionales.

Una vez más al estilo de Harvey, dos caras (mi segundo personaje favorito de Batman, el primero es el Guasón), el Estado saca a relucir como en tantos otros aspectos su verdadera identidad. En el marco de la COP 20: las leyes, los actos y hasta la sede, muestra la doble cara del Perú, con problemas trascendentales como las graves violaciones a los derechos humanos, la destrucción de nuestros recursos y el cambio climático, ocasionado por un modelo económico que deja de lado al ser humano y la naturaleza.

¿No me crees?, ¿Aún eres escéptico?. Pues deberías echarle un vistazo al informe presentado por Alberto Pizango, presidente de Aidesep (Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana), titulado Haciendo visible lo invisible. Perspectivas indígenas sobre la deforestación en la Amazonía peruana.

El informe elaborado por Aidesep y Forest People Programme (FPP), da a conocer la ilegalidad a gran escala en el sistema de gobernanza de los bosques del Perú, el verdadero monstruo detrás de las actividades que destruyen la Amazonía peruana.

Contempla datos brindados por la Oficina de Control Forestal peruana (OSINFOR), que implicaría a los líderes del país en un comercio de la madera, tanto legal como ilegal, que destruye los bosques que absorben el carbono, daña la biodiversidad y desmantela las comunidades de los pueblos indígenas.

De acuerdo con los autores, estos hallazgos dan a conocer que el Estado peruano no tiene la capacidad de gobernar adecuadamente profundas extensiones de bosque sin título, que se determinan por altas tasas de deforestación y un sistema desordenado y perturbado de gobernabilidad.

Nuestros hermanos indígenas, los verdaderos protectores del bosque

Nadie mejor que las comunidades indígenas para cuidar y proteger los bosques, ellos son los dueños ancestrales de estos vastos territorios verdes. Las organizaciones indígenas han intentado centrar la atención en el aumento de la deforestación desde la década de los setenta. El Estado peruano ha participado en diversos estudios para determinar la situación de los bosques, los impulsores de la deforestación y las posibles soluciones. Pero, ¿Puede el Perú asumir este reto y convencer al mundo que se toma en serio la protección de sus bosques y el apoyo a nosotros, los pueblos indígenas, sus verdaderos aliados en la lucha contra la destrucción de la Amazonía en lugar de marginar y postergar nuestros derechos?, se pregunta Alberto Pizango.

Creo que la respuesta es obvia. Si el Estado peruano quisiera asumir este gran reto, debería ser consciente de cómo estamos por dentro como país, antes de dar discursos obsoletos y rancios, sabiendo que vivimos entre los 5 países más peligrosos del mundo para los defensores del medio ambiente. Que atiendan a nuestras comunidades indígenas, que las reconozcan, que haya diálogo, soluciones como por ejemplo a más de 40 años de explotación petrolera en la Amazonía y por último, papá gobierno, le pediría si es que desea cumplir con esta gran lucha, que deje de ser una farsa, dando discursos ambientalistas insípidos, discursos verdes secos, en el que se habla de luchar contra la deforestación, contra la contaminación, pero hacia adentro, no hacemos nada concreto para resolver nuestros problemas. No encubran las desgracias que viven los pueblos en lo más profundo del Perú.

¿Quiénes causan la deforestación realmente?

Se tumbaron 2,500 hectáreas de selva y no pasó ni pasará nada. Igual ocurre con los gigantescos derrames petroleros, las numerosas represas planificadas, las supercarreteras, la fiebre del oro, la mafia maderera.

Los estudios oficiales de la deforestación en el país, han sido objeto de numerosas críticas por su tendencia a ignorar u ocultar la influencia que tienen las industrias extractivas, el agro negocio y los programas de infraestructura a gran escala sobre las dinámicas de la deforestación.

Las organizaciones indígenas del Perú no han dejado de señalar que estos análisis carecen de un enfoque que tenga en cuenta sus derechos e ignoran los efectos de la deforestación sobre los pueblos indígenas. En donde se ha observado una tendencia a generalizar todo tipo de deforestación, sin reconocer ni distinguir entre la agricultura tradicional propia de los pueblos indígenas, que ha demostrado ser reversible y sostenible, y la deforestación como consecuencia de la minería, palma aceitera y la agricultura a gran escala, que implica la eliminación permanente de áreas forestales mucho mayores.

Como país, como sociedad, como hombres, nos queda mucho por hacer. Luchar y pelear con el puño, las flechas y las lanzas arriba, como dirían los asháninkas contra el Kamári, que representa la esencia del mal que recorre los bosques. Son espíritus y demonios, seres malignos que trituran los huesos, que chupan los ojos, que pueden matar a un recién nacido, al guerrero más fuerte o simplemente destruir los bosques.

Alguna vez en nuestras vidas, empecemos a defender el lugar donde vivimos y soñamos…

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