He escuchado muchos razonamientos en los últimos días acerca de por qué una ley que recorta los derechos que se han ganado durante históricas luchas en el mundo, es buena y me quedo espantado.
Sucede que no encuentro cómo puede representar un avance una norma que disminuye el tiempo de vacaciones, libera del pago de CTS a los empleadores, les entrega un tiempo de gracia para tener a empleados sin sueldo entre otras muchas cosas. Avance para las grandes empresas, que tendrán un Estado debajo cada día más agachado y con rodilleras nuevas, último modelo.
El alucinante argumento de que la aplicación de este régimen laboral es voluntario, es un verdadero chiste. ¿Voluntario para quien? Definitivamente para el empleador, pues la otra opción de quien no opta por él es la calle.
Pero hay razones subterfugias. Detrás de esto se encuentra un plan “de atracción de inversiones”. No se trata de favorecer a los pobres, de ninguna manera, se trata de favorecer a empresas privadas que llegan para traer el tan requerido desarrollo que necesitamos. Lamentablemente en nuestro país, Ollanta Humala ha entendido que solo hay un camino, ponerse de rodillas.
No se trata solo de la ley pulpín, sino que además de otras normas. Está aquella que elimina las deudas tributarias de algunas empresas, está la norma que permite que se den daños ambientales sin que se realice ninguna fiscalización y muchas más.
Si bien Ollanta Humala ya se traicionó hace mucho tiempo, por lo menos le debe respeto a quienes creyeron en él.