Nunca había visto en el Perú, particularmente en la ciudad de Lima, una segunda manifestación multitudinaria de miles y miles de jóvenes que se desplazaban por las principales calles en contra de una ley de régimen laboral juvenil que fue propuesta por el ejecutivo y aprobada por el Congreso. Las intenciones de uno y otro lado son ya conocidas.
La intención del gobierno que manifiesta no dar marcha atrás, es decir, al anular esta ley (que fue aprobada sin la consulta de los jóvenes), serían mal vistos por instancias orgánicas internacionales. En una palabra lo que nos quieren dar a conocer es que les importa un pepino que sean mal vistos por las instancias orgánicas internas del pueblo, con tal que sean bien calificados por los intereses externos.
La intención de los jóvenes es que están dispuestos a jugarse hasta las últimas consecuencias. Un país del temperamento juvenil como el nuestro que tenemos la satisfacción que existan jóvenes con el espíritu protestatario y revolucionario que demanden una sociedad justa y que se implanten también leyes justas y equitativas, y que el espíritu de esa ley del régimen laboral juvenil no lo es.
Cualquier persona puede indignarse cuando se aprueba una ley desprovista de todo derecho como los CTS, recorte de vacaciones completas, desatención de todo seguro por parte del Estado, y un rosario más de injusticias.
Frase como esta “que se pague el derecho de piso”, en alusión para que el joven más que derecho tenga la obligación de aportar con su sacrificio las primeras aportaciones físicas o mentales a favor de una empresa, y que ésta se libere totalmente de toda obligación que como derecho le correspondiera al joven trabajador recibir por ejemplo unas vacaciones completas, sus seguros íntegros, sus beneficios de CTS, en fin, esto es lo característico de esta ley. Sobre todo, esto es la característica y el verdadero rostro antihumano de este gobierno humalista.
El presidente Humala hace ratos que perdió la capacidad moral como para indignarse a favor de las mayorías; seguirá indignándose con expresiones por ejemplo, “eso es un mamarracho”, en alusión a la comisión “López Meneses”, que se le viene investigando sobre una probable participación con este personaje relacionado a Montesinos; otra de las frases: “son políticos tradicionales sin convicción”, en alusión a los congresistas que inicialmente apoyaron esta ley de régimen laboral juvenil, pero que después retiraron su aprobación.
Pregunto: ¿Qué convicciones puede tener Ollanta Humala a favor de las grandes mayorías desposeídas? Absolutamente nada. Porque si de convicción habla el señor presidente, hasta hoy se mantendría con la convicción que le permitió ganar las elecciones del 2011. Y esas convicciones fueron, reivindicar los derechos sociales y económicos de los trabajadores estatales, como el sector salud y los maestros; reivindicar las clases sociales, incluyendo la clase social juvenil, para que estos tengan no sólo la oportunidad de trabajar, sino también la oportunidad de dignificarse a través de un empleo bien remunerado y amparado con todos los derechos habidos y por haber, cosa que esta ley de régimen laboral juvenil, no contempla.
Habrá que ser coherente con lo que se dice y con lo que se hace. De lo contrario, todo acto público y verbal, se convertirá en puro oportunismo y en pura hipocresía. Por eso los jóvenes se vienen levantando, y esto irá de menos a más. Hace buen tiempo que los jóvenes venían durmiéndose en sus laureles, como si contra ellos no estaría ocurriendo nada indigno.
Pero esto se acabó. Y el gobierno tendrá que dar su brazo a torcer, no porque sea débil, al contrario, demostrará su más alta fortaleza, cuando hace eco la demanda y protesta de los jóvenes; demostrará su más alto espíritu estadístico, cuando se deroga dicha ley laboral, y sobre todo cuando emprende nuevos rumbos positivos, lo dudo que esto pase, pues si algo digno hubiera querido el señor Humala para que lo recuerden las generaciones como uno de los mandatarios más acertado en su gestión, era para que empiece desde el primer año de su gobierno, manteniendo la convicción que ahora demanda de otros, lo que él tampoco ahora, no lo tiene.
Cambió la convicción de luchador social que dijo ser, por la convicción social de los intereses económicos a su favor.
Así señor, no se hace patria; lo que hiciste fue únicamente desprestigiar tu carrera política.