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viernes, marzo 29, 2024

Nuestra concepción del tiempo es lineal

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Entendemos que transitamos a determinado lugar donde el correr del tiempo lo desaparece todo. Al evaluar el calendario percibimos que las cosas se agotan en función de su duración. Sin embargo, esto es sólo un aprendizaje cultural, no siempre fue así y por lo tanto entender el tiempo como lo asumimos tiene una serie de consecuencias a evaluar. En la cultura occidental, donde predomina el calendario gregoriano y la concepción del tiempo finito, las decisiones se toman en función de la premura, pensando en que existe un lugar a donde alcanzar y una limitada reserva de tiempo para lograrlo, por eso en la vida trascurrimos buscando algo así como “la cima de una montaña” un lugar donde seremos más felices y la vida, será más sencilla. En función de esa promesa resulta obvio pensar que “no hay tiempo que perder”.

Esta forma de concebir el tiempo, por ejemplo, explica los famosos centros educativos de estimulación temprana donde se presiona a niños antes de los 5 años a asumir nuevos idiomas más allá de la lengua materna esperando que tengan un mejor futuro profesional a costa de no disfrutar de la libertad y el ocio que ofrece la infancia. Esto a pesar de estar demostrado que la tendencia al bilingüismo a una edad muy temprana tiene consecuencias negativas en la gramática y el total dominio de una lengua específica.

Explica también porque las universidades están saturadas de imberbes sin vocaciones definidas y sin la voluntad formada, “haciendo su futuro profesional”, aun cuando se ha demostrado que el cerebro se desarrolla hasta los 25 años y es justamente el área que se ocupa de la planificación la última en desarrollarse completamente. En el colmo de esta forma de percibir el tiempo, en el Perú por ejemplo, sólo se concede 90 días de licencia de maternidad, ¿después de tantos adelantos en ciencia y en el entendimiento del comportamiento humano creemos que 90 días son suficientes para los primeros pasos de un niño en el mundo? ¿Realmente creemos que el tiempo para criar es menos importante que producir?…

Entender el tiempo como una carrera de potencia ha llevado también a la sociedad global contemporánea a desarrollar progresos tecnológicos fenomenales, esto por la increíble inversión de horas hombre y energía. Sin embargo este progreso tecnológico no se acompaña de un progreso de la conciencia, ya que esta tiene maneras distintas de reaccionar frente al tiempo. Así la elaboración de procesos personales y el entendimiento global de lo que nos sucede, es decir a nivel mental, emocional y corporal requiere paciencia, un enfoque más bien anacrónico, así sucesos y patrones en la historia familiar de los abuelos pueden llegar a resolverse con suerte en los nietos.

Estas condiciones fueron mejor asimiladas por las culturas ancestrales, razón por la cual encontraremos en estas una concepción del tiempo, cíclico, un tiempo que no se mide en cantidades si no en cualidades, tomando las decisiones en función de si es propicio y no de si es urgente. Ejemplo de esto son el calendario maya, la astronomía Inka, etc.

En la actualidad podemos modificar nuestra percepción del tiempo a favor de nuestra salud, comenzando a percibir la vida en continuos ciclos. Por ejemplo, es importante revisar todos nuestros acontecimientos vitales y seleccionar aquellos que nos parezcan especialmente importantes, sobre todo aquellos que tengan algún tipo de carga emocional. Esta especie de tamizaje nos dará un diagnóstico de diferentes puntos de partida en nuestra vida, por decir; “A los 15 años me fracture el brazo, me sentí triste, me sentí perdido”, “A los 9 años me regalaron mi primer instrumento musical, me sentí fascinado”, y así sucesivamente. Una vez seleccionados estos puntos de partida seria luego conveniente ver cuál es nuestra percepción de esos eventos en la actualidad, ¿conservamos las mismas emociones e ideas que en aquel entonces? ¿Me cuesta recordar este evento o en cambio me gustaría recordarlo más? Estas preguntas me ayudaran a saber que ciclos de la vida están cerrados, y cuales siguen influyendo en mi presente y en tal sentido como influyen en mis decisiones y mi ser. Sobre esto la escuela terapéutica de la Gestalt, consideró que no podemos resolver nuevos retos en la vida si antes no hemos resuelto pendientes, nuestra percepción no se puede enfocar en nuevas perspectivas si mantenemos asuntos inconclusos, el pasado es presente. Resolver estas situaciones puede implicar esfuerzos individuales, o con ayuda profesional, pueden ser extensos o cortos, y por lo tanto se resuelven cuando es propicio.

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