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jueves, mayo 9, 2024

Los concejales de antaño y las cosas claras

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Como recordarán mis lectores, he venido historiando sobre hechos de la ciudad de Tarapoto dentro de mi estilo propio de sano jodelón, tratando los hechos dentro de una actitud de rescate de los acontecimientos que, en sus momentos, parecieran asuntos baladís, pero, pasados los años, adquieren valor singular como trascendente. Recordarán que le he dedicado siete capítulos a don Teófilo Rojas, cuyo hijo también fue alcalde de esta ciudad, como que su nieta, Yolanda Rojas Vargas, fue presidenta del Gobierno Regional de San Martín, por citar un ejemplo.

Lo que quiero rescatar en la presente crónica ocurrió en una sesión de la comuna tarapotina del 29 de julio de 1932. Para esa ocasión, el alcalde, don Federico Bartra Villacorta citó a los regidores: César A. Alarco, Antonio Reátegui del Águila, Carlos F. Documet, David Sandoval, Eleodoro Delgado, Manuel Mori, Lizardo Linarez y Efrain Meza para la agenda única que estaba referida al cadáver de doña Manuela Morey Vda. de Reátegui, tema que ya había venido siendo discutido en varias sesiones de comuna, pues, en la del 29 de abril de ese mismo año se trató sobre el recurso presentado por el doctor Manuel Delgado Morey, Juez de Primera Instancia, hijo de la ilustre occisa, para la exhumación de sus restos y su traslado a la iglesia de la ciudad, licencia que ya había sido “concedida por el señor obispo Octavio Ortiz Arrieta”.

Dejo para otra ocasión sobre el parentesco y la no concordancia de apellidos que el lector podrá haber notado en esta crónica, porque lo que quiero destacar es el caso que el tema llegó a Lima, pues la convocatoria a la sesión del 29 de julio estuvo motivada “sobre el telegrama recibido del señor Director de Justicia sobre el entierro del cadáver doña Manuela Morey Vda. de Reátegui en la iglesia de esta ciudad” que se puso al “parecer de los señores concejales”, petición que no se aprobó por un asunto de redacción en dicho telegrama. Me explico.

Fue don David Sandoval el que pidió que no se aprobara la petición del hijo de doña Camila Morey, pues le pareció absolutamente necesario que se corrija el texto del telegrama del Director de Justicia aprobándose dirigirle otro mensaje haciéndole ver que su orden de ´enterrar´ los restos doña Camila no era lo correcto sino que se trataba de una exhumación, primero, y un traslado posterior (a la Iglesia), después, moción que fue aprobado por el pleno del concejo. De este modo, se dejó para posterior la autorización solicitada por el deudo.

Lo que quiero destacar es la rigurosidad de los regidores de los concejos municipales de antaño. A ellos sí no les venían con vainas y estaban lejos de obsecuencias y servilismo. Tenían la personalidad para poner los puntos sobre las íes, así como reconocer los méritos de la gente. Y no estaban llenos de títulos y pergaminos, porque la decencia en sus actos hacía que fueran designados para los cargos que les cupiera asumir. Y el hecho que acabo de narrar es una muestra de la sindéresis que ponían en práctica, así como la discreción para tratar asuntos espinosos, como ya describí en otras ocasiones.

Y aunque es una petición que no leerá mi buen amigo Grundel –o algún perverso no le está informando o esté tergiversando los hechos- el actual gobierno local de Tarapoto debe implementar una política de reconocimiento de los valores ciudadanos, entre ellos, de los alcaldes que gobernaron la ciudad… Nuevamente, ¿estaré pidiendo peral al olmo?…Porque, cambiando de tema, los tarapotinos queremos tener un gran parque público y a ninguna autoridad parece seducirle la idea, pues, dicen, con la Plaza de Armas y el parque Suchiche ya tenemos suficiente, o parecen respaldar la aparente indiferencia del señor alcalde.

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