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jueves, mayo 2, 2024

No hay político actual a la altura moral de Mariátegui

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Se afirma según algunas investigaciones que cada cierto tiempo de periodos regularmente extensos, aparecen personajes de talla mundial en diferentes carreras o especialidades. Por ello personajes literarios de la talla intelectual de un Miguel de Cervantes, de un Víctor Hugo, de un Alejandro Dumas, de un Lope de Vega y de un William Shakespeare, que seguramente tuvieron ya algunas encarnaciones en un Gabriel García Márquez, en un Mario Vargas Llosa, que ya es clásico de nuestro compatriota, entregarnos una novela diferente a las anteriores con relativo periodo de publicación permanente.

En el terreno político aún no tenemos la encarnación de un José Carlos Mariátegui, que ha sido considerado mientras vivía con varias capacidades desbordantes y prematuras, basta que siendo en la flor de la juventud, ya brillaba con dotes intelectuales de adulto, a pesar de haber sido de una cuna pobre y sin estudios completos de la secundaria, convertíase por ejemplo mientras escribía en uno de los articulistas imprescindibles en la revista Variedades que presidía el señor Vegas García, por ello éste en una oportunidad le dijo a su compañera y amada de toda una vida, la italiana Anna Chiappe, “usted no sabe, cuánto ha bajado la revista desde que no escribe”. El Amauta se había caído enfermo en una oportunidad, y dejó de escribir sus temas que despertaban y encendían mucha polémica en el ambiente limeño de los primeros años del siglo 20.

Caídas emocionales o fracasos psicológicos, Mariátegui nunca los tuvo, porque nunca tuvo tiempo para semejantes situaciones que él los absorbía entregándose permanentemente a las causas revolucionarias de la lectura. De toda situación circunstancial, sacaba una enseñanza, por ello cuando tuvo una caída física a los 6 años, aparte de quedar física y limitadamente marcado, adquirió la ostiomielitis, situación que la mamá doña Amalia Lachira Vallejos, haciendo mil esfuerzos le llevó a la ciudad de Lima desde Moquegua, estuvo varios años en un hospital francés, que brindaba dos tipos de servicio: los unipersonales y servicios de seis personas, solamente para adultos.

Este hospital tenía como inquilinos no solamente a limeños, sino también a varias personas de diversas nacionalidades que hablaban varias lenguas. Mariátegui convivía con esta gente adulta, que no hacía otra cosa más que observar, aguda y minuciosamente todos los detalles emocionales y lingüísticos, que le sirvió más adelante cuando empezó a trabajar como alcanzarrejones de la Prensa y mientras iba recogiendo los diarios, al mismo tiempo los iba traduciendo ya desde el inglés o del francés.

Mariátegui sí supo ser profeta en su propia tierra, aunque más tarde esto le era ya imposible, sobre todo cuando llegó luego de una estadía de cinco años en el extranjero, sobre todo viviendo en Italia, desde donde viajó por varios territorios europeos, como Francia y Alemania. La policía limeña siempre estaba tras los pasos de Mariátegui, indagando lo que hacía y dejaba de hacer; los esbirros le acechaban permanentemente, tanto en vida como después de su muerte tan prematura que dejó de existir a los 35 años. En una oportunidad los esbirros queriendo llevar el libro el Capital de Carlos Marx, estaban llevando varios tomos del escritor Pirandello. Mariátegui no se ofendía por este atropello inculto y salvaje contra él y la cultura. Pues estaba convencido y confeso con altos estándares de la cultura literaria y política del viejo mundo europeo, que los desembocó en los escenarios problemáticos del Perú.

Sus contemporáneos y grandes luchadores sociales, políticos, literatos e intelectuales del viejo mundo, le consideraban a Mariátegui, como uno de los brillantes pensadores de América; era no solo querido y estimado, también era envidiado por sus altos dotes temprano de gran hombre y señor, y de gran pensador, luchador e intelectual de primera línea, que ni bien llegó del extranjero, se puso a la pesquisa e investigación con diagnósticos claves para reunir documentación de todo el país y escribir su célebre libro: “LOS SIETE ENSAYOS DE INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERUANA”.

Libro éste traducido a cientos de idiomas de todo el mundo, que siendo reconocido por todas las academias progresistas del mundo, le sale al encuentro un nieto de su propia sangre, que no le llega ni a los talones de su abuelo; me refiero a Aldo Mariátegui, que intentando poner en el basurero todos los principios de vanguardia que Carlos Mariátegui los defendió con dignidad y honor, este criollo limeñito y mal nacido e ingrato nieto, disqué se puso a escribir OCHO ENSAYOS. Donde no reconoce en absoluto a su abuelo, más bien los denigra con esa falsa concepción del neoliberalismo y del sucio capitalismo egoísta y corrupto, que el nieto los ensalza.

Si Carlos Mariátegui hoy viviera, no existe político actual que estaría a su altura. Uno, porque él solo labró su propio destino intelectual y de luchador social; dos, porque era un autodidacta de carrera, no le importaba el título como algo imprescindible y acabado, ni mucho menos los estudios universitarios o superiores, como una dependencia total; tres, nunca negoció su capacidad y sus principios de pensador revolucionario por un par de lentejas, como hacen hoy día la mayoría de políticos que dicen ser “servidores” del pueblo; cuatro, hizo honor de su conciencia, y sobre todo de la conciencia del pueblo peruano; cinco, Mariátegui, sí tuvo visión teórica y práctica de la problemática del país, sin ningún interés de por medio, más que el propio interés del pueblo.

Ni Keiko, ni PPk, y ningún político actual, está a la altura intelectual y moral de nuestro gran luchador social.

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