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domingo, mayo 5, 2024

Llévame al infierno o al paraíso

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“Que rico perfume llevas puesto” le dije al saludarlo, es que he mordido muchos cuellos me respondió con una sonrisa pícara. Yo lo analizaba tanto como cuando sus ojos desnudaban mi alma. No pude evitar fijarme en él, imaginarlo tan mío, era el aperitivo que en ese momento mi vida necesitaba.

Su sonrisa y nuestro “feeling” seguían ahí. Me tocaba la mano siempre que podía, hicimos una conexión única. Son esos amores clandestinos y contrariados, los que se vuelven miel con sabor amargo. A veces ese personaje al que quieres devorar a besos y volverlo hombre por solo una noche, se vuelve el mejor amigo de toda tu vida.

Él me comentaba que había hecho el amor con un número incierto de mujeres, pero que ha disfrutado más hacerlo con hombres. Se ha enamorado, ha llorado y ha reído, se siente igual que mi amiga y más atraído por el amigo de su hermana. Lo siento tan puro, que no logro comprender la sociedad cruel y poco tolerante en la que vivimos.

He tenido amores cautivos, alguno que otro platónico, los mejores han sido aquellos con los que podía andar en brasier y no tener el pudor de sentirme observada morbosamente, con ellos salía de fiesta o pasaba la mejor de las tardes en casa viendo películas, me secaba mis lágrimas y hacía suyas mis alegrías, hasta el punto de creerse que el hombre que me gustaba, era casi suyo. No podría imaginarme que a una persona así, alguien quisiera arrebatarle la vida, por simples fobias que carcomonen su alma.

Indigna darse cuenta de una amarga realidad actual en contra de los derechos de las personas que aman a otras de su mismo sexo, saber que a diario suceden casos homofóbicos, horroriza a tal punto que uno se pregunta ¿Quién en realidad tiene el problema?

Cuando uno es niño, se juega, se ríe, todos te abrazan, te besan, te llenan de amor, hasta lanzan frases como: “tu eres la promesa de la familia”, “el orgullo”, vives en una burbuja extraordinaria, eres el pequeño ser que cumplirá las expectativas. No piensas en un mañana, tu futuro se restringue al nuevo juego que quieres estrenar con tus amigos, en ese mundo no existe el rencor, ni la maldad. Cuando estás triste, siempre hay alguien que te abraza y que intenta apaciguar tu pena con un dulce de la tienda de la esquina. En eso se reduce esa hermosa vida, en solo vivir.

El sábado pasado vi a dos ancianos sonreír con amor, juntos, tomados de la mano, aprisionando su amor como si alguien se lo quisiera arrebatar. Esa escena la guardé con ilusión, la ilusión de crear una historia donde ese par de ancianos, fueran otros de cuerpos semejantes, una historia en donde quedaría muy atrás las consignas discriminatorias.

“Rarito” “Aberración” “Te quemarás en el infierno” “Dios no te quiere” “Me das asco”, todas estas frases inspiran solo odio y lástima por quien lo dice. Da miedo el mundo en el que vivimos, en el que solo catalogan la opción sexual distinta como repugnantes y a quienes se tiene el derecho de mirar inquisitoriamente, como si fuesen una plaga en la sociedad. Hace un tiempo atrás, presencié cómo a un chico, al que no conocía, era violentado, pateado y llenado de escupitajos por “normales”, infiltrados en una desconocida vida, creando un daño inmenso a esa víctima inocente, que quizá únicamente buscaba un amigo con quién charlar, de la misma manera como nosotros podemos hacerlo libremente.

¿Cuándo? es la pregunta que todos nos hacemos.
Todos queremos amar sin críticas, sin señalamientos, sin miedo a que los puedan matar solo por sentir amor por otra persona.

¿Cuándo dejarán de despedir en el trabajo por la orientación sexual?

¿Cuándo se dejará de relacionar el Sida con la homosexualidad?

No hay personas anormales, solo distintas en sentimientos y que les les duele ser el centro de miradas discriminatorias y llenas de odio.

¿Algún día la iglesia entenderá que el ser homosexual no significa que sean los hijos conspiradores de Dios?

Queremos ser una sociedad libre y superada, queremos creer que estamos creyendo, cuando en realidad matamos solo por placer y lastimamos por un simple pasatiempo. Hacemos que las distintas formas de amar, sea el blanco perfecto para destilar maldad.

Sin duda hay algunas historias que si tienen un final feliz, los romeos y las julietas encontraron lo que tanto buscaban. Solo existen romeos que no necesitan una mujer para ser feliz y julietas que no necesitan a un hombre para ser feliz.

Cada quien hace de su vida un paraíso o un infierno, y qué mejor que sea un paraíso ¿No lo crees?

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