Se la pasan discutiendo, llamándose de un lado a otro ratas, escoria, terroristas y demás. Esa es la política de odios que existe y subsiste en el mundo.
Nada especial, solo un vago circo en el que más de 100 intentan brillar para después de cinco años volver a convencernos que son algo, que sirven para algo, más que para llenar sus egos y sus bolsillos. Qué convencimiento de que la política no sirve realmente, sino que desencanta y se burla de sus principios. Mientras muestran un rostro que busca al sol, por debajo, en el mundo real, se trata de un desaguadero, lleno de convencimientos hipócritas y el disfraz de la mentira.
Tal como lo dice Orson Wells en Rebelión de la Granja, existe la sensación de que somos gobernados por cerdos, que justifican beneficiarse tanto de las ubres del Estado, diciendo que necesitan trabajar mucho más que el país entero. ¿De qué sirve mantener un circo para gobernar el país?
Esperamos que quienes han llegado al poder, cumplan su función con dignidad y no nos entreguen otros mediocres cinco años de función legislativa. Trujillo, Reátegui, Saavedra y Villanueva, tienen la posibilidad de convencernos que su función sirve de algo más que para favorecer sus intereses.