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jueves, marzo 28, 2024

Política & empresa

Estado de opinión
Marcelino Arévalo
Columnista

En los últimos doce meses, tuve la oportunidad de viajar muy seguido por toda la región San Martín, inclusive en más de tres oportunidades hicimos la zona del Alto Huallaga, desde Juanjui a Tocache y desde allí a Tingo María, Huánuco y la ruta que nos lleva a Pucallpa, la percepción que nos deja es de constatar un franco proceso de desarrollo en la región San Martín y en la expectativa que genera ya, la interconexión vial con las regiones de Ucayali y Huánuco.

Siempre he creído que la mejor forma de combatir una plaga es eliminando la causa que hace que se reproduzca; en la zona del Alto Huallaga sucesivos gobiernos con el apoyo y colaboración de la comunidad internacional y sobre todo la participación de la gente están haciendo posible que el rebrote del terrorismo sea cada vez más una remota posibilidad, tanto es así que la propia población organizada está consciente de ello y hace esfuerzos buscando dar seguridad en las carreteras.

Uno de los roles del Estado es promover el desarrollo y la inversión pública en carreteras ha sido y es uno de los vehículos de integración más poderosa que existe, es tal vez la mejor manera de inclusión económica, se revalorizan las tierras y sobre todo atraen inversiones de todo tipo y desde todas partes del país y del extranjero, esto último es lo que viene ocurriendo en San Martin de manera sostenible los últimos 10 años.

Lamentablemente la política local y sus políticos no están contribuyendo a que este desarrollo se encamine hacia mayor inversión, peor aún declaraciones temerarias, sin pruebas ni fundamentos, lo que consiguen es generar un clima de desconfianza en el inversionista y la percepción equivocada de un rebrote no solo desmentidos por los aludidos sino por la realidad que es más contundente.

Más allá de lo anecdótico o folklórico que pueda resultar la afirmación de un rebrote de las acciones del MRTA, está el eterno conflicto de intereses que representa, estar en política siendo o definiéndose empresario, hacer empresa y dedicarse a la política tarde o temprano genera serios conflictos de intereses que terminará superponiendo el interés económico a la del bien común.

No solo en el Perú sino en los países de Latinoamérica es el poder económico que el mueve los hilos de la política, que en los últimos años parece haber dado la razón a quienes piensan que la política es solo un medio de enriquecimiento y si eso permite sacar a las personas de la pobreza es suficiente, sin importar que el crecimiento en el Perú lo que esta logrando es incrementar la brecha económica entre peruanos.

Considero que mientras esta mezcla de empresa y política, que por momentos puede parecerse a una bomba molotov que explosiona en las puertas de algún político-empresario no se disocie, tendremos la sensación de que el desarrollo va con freno.

Pensar que esta separación puede ocurrir de la noche a la mañana es una utopía, se requiere de mucho esfuerzo y sacrificio, estrategias creativas que les cierren el paso a los mercantilistas, mientras tanto solo nos queda esperar que revolotee un pajarito chiquitico y twitee “escucha a tu padre”.

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