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Tarapoto
jueves, abril 25, 2024

Indignado con el basurero

Por: Lenin Quevedo Bardález

Este fue un día muy accidentado, a pesar de la paz que estuve buscando. Sucede que salí con mis perros, dos cachorros mestizos, de raza indefinida, a bañarme en el río Shilcayo como usualmente hago los fines de semana que me quedo en Tarapoto.

En esa circunstancia, apareció el basurero de la municipalidad de Tarapoto, haciendo una bulla de los mil demonios, poniendo a todo volumen aquel estribillo que invita a pagar el impuesto predial a los contribuyentes, sin respeto por la paz que estos gozaban en ese momento. Mis dos perros, salieron despavoridos, aterrados por el camión de la basura, que dicho sea de paso, se desplazaba a toda velocidad, a pesar de la presencia de niños jugando en las calles, a través de la vía que lleva a la bocatoma del río Shilcayo.

A pesar de ver a uno de mis cachorros correr despavorido a través de la mencionada vía, el chofer siguió manejando, corriendo el riesgo que el pequeño animal sufra algún accidente, haciendo que se aleje de mí un promedio de un kilómetro (es decir lo persiguió un gran trecho). Tuve que desesperadamente coger un motocar para buscar a mi can, no obstante, no lo encontraba. En esa circunstancia pasó por mi lado nuevamente el camión basurero y con una sonrisa estúpida en el rostro, me saludaba el chofer como admitiendo su travesura. Pagué 10 nuevos soles al motocarrista por llevarme gritando a todo pulmón el nombre de Chaska, desesperado tuve que desplazarme algo de 3 horas en mi motocicleta por los caminos más recónditos, cercanos a Cordillera Escalera, me enfermé de pena un buen rato pensando en el terror que estaría sintiendo el pequeño Chaska en el bosque y con esos pensamientos, regresaba desmoralizado a casa.

Y ahí estaba el perrito, esperándome, moviendo la cola como un descocido. Al fin tuve paz. Pero eso sí, juré escribir este artículo lleno de indignación, por esta falta de respeto a un ciudadano común y corriente.

En el municipio existe una ordenanza en contra de los ruidos molestos que ellos mismos incumplen ocasionando una contaminación sonora que no tiene ningún sentido, sin respetar la paz de los vecinos. Si es que al alcalde Walter Grúndel le gusta aquel estribillo del impuesto predial, pues que lo escuche en su casa a todo volumen, con estos estridentes y chillones altavoces que tan mal nos dejan como ciudad frente a los visitantes.

Si es que se sigue incurriendo en esta falta, de acuerdo a las normas establecidas en el concejo municipal, entonces, ¿cómo quiere que se cumpla con el pago del impuesto predial, si es que ellos no cumplen con lo que establecen?

Además, quiero llamar la atención del chofer del camión basurero. Que tenga sentido común y que actúe respetando a los vecinos de la ciudad y ello supone respetar a todos los miembros de una familia (en la que se incluye, claro está, la mascota). De pronto, debe ser para él muy divertido asustar a niños, a animales, a ancianos, con la estridencia del vehículo que maneja, pero yo se lo aseguro, no solo no es divertido, sino que además es cruel. Espero que estas líneas que las escribo como un ciudadano común y corriente inmensamente molesto, sean tomadas en cuenta en el municipio tarapotino y frenemos la contaminación sonora practicando con el ejemplo.

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