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viernes, marzo 29, 2024

La inseguridad como negocio

Marcelino Arévalo
@marcel_arevalo

Asistimos a momentos de la historia peruana que tal vez, y ojalá cuando estos hayan pasado, los cronistas digan que era tal el nivel de corrupción en el Perú que incluso las autoridades llamadas a brindar seguridad y tranquilidad a la población, se coludian con delincuentes en una alianza perniciosa que costaba mucho a la gente creer que era cierto.

A alguien en su sano juicio, alguna vez se le hubiera ocurrido pensar, ni siquiera imaginar que avezados delincuentes preparaban espectaculares fugas teniendo a sus propios custodios como aliados?, lo que hemos escuchado en los últimos días al delincuente de alias “Timaná” es para poner los pelos de punta a cualquiera, el negocio del miedo está en crecimiento y desarrollo y nada parece detenerlo. Suponemos que los delincuentes deben considerar como parte de sus “costos” lo que deben pagar por su libertad. Espeluznante.

Como si lo anterior no fuera suficiente, la fiscalía acaba de ordenar detención preventiva contra uno de los autores de nivel operativo del sonado caso de los narcoindultos, que involucra al parecer los niveles más altos del gobierno anterior y donde lamentablemente el nombre de nuestra región San Martín se ve nuevamente salpicada por la participación en este tinglado de uno de sus exrepresentantes, que lejos de hacer que su comportamiento sea ejemplo para las nuevas generaciones, nos genera una vez más vergüenza ajena.

Pero el caso de los narcoindultos va más allá de un simple delito, se trata no solo de ponerle precio a un año de libertad para un narcotraficante, sino que se trata de una burla de un mecanismo que bien utilizado puede generar la resocialización del individuo, el derecho de gracia ha sido mal utilizado y una vez más la asociación más que ilícita entre delincuentes y autoridades pone en evidencia o mejor dicho va generando la peligrosa percepción de que la autoridad en el Perú no está para proteger los derechos de los ciudadanos.

Por lo que parece ser y todo ya apunta a ello, el militante aprista Facundo Chinguel es solo un funcionario de bajo nivel que si bien tenía el cargo de presidente del Comité de Gracias presidenciales, obedecía “órdenes superiores”, lo que significa que el tema de las conmutaciones de la penas formaba ya parte de un sistema muy bien elaborado donde los intelectuales de la corrupción vienen desarrollando todas sus habilidades y capacidades a fin de hacer todo lo que este a su alcance para hacerse de ingentes cantidades de dinero sin importarles si eso afecta o no la inseguridad ciudadana que ya nos tiene hasta el cuello.

Hace ya más de cien años que Don Manuel Gonzales Prada lanzó una de las frases más lapidarias y que a su vez nos advertía de lo que serían capaces de hacer los que ostentaban el poder, “El Perú es un organismo enfermo, donde se pone el dedo brota pus”.

La dramática realidad que nos toca vivir, de pronto nos genera una reflexión sobre si en el país prevalece una cultura de la corrupción, sin embargo considero que no es así, hay que desterrar lo malos elementos de la política peruana y debemos actuar con sentido malicioso, de lo contrario corremos el riesgo de incorporar un método más a la  larga lista de modos y procedimientos que la corrupción utiliza para perpetuarse en el poder y enriquecerse ilícitamente.

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