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jueves, abril 25, 2024

Si te crecen, no te asustes

conaromaycafe

Todo tiene un comienzo, ese incendio se inicia con una chispa. Algo insignificante puede desencadenar la peor de las explosiones. La dosis siempre es picante y en exceso, desde un pensamiento en nuestra mente, hasta esas ganas de matar al sentirse descubierto. Algunos le temen, a otros les atrae, unos cuantos le agarran el gusto. Entre sábanas o no, lo prohibido y oculto, resuelta ser el juego más peligroso y seductor.

“No desearás la mujer de tu prójimo”, ordena uno de los diez mandamientos que Dios entregó a Moisés. En la vida de muchos existe, existió o existirá la infidelidad. Y, aunque algunos quieran hacer parecer que no, su jardín está decorado con más flores que un cementerio.

Los cuernos están de moda, hace unas semanas disfruté de unos verdaderos diablos con cuernos, llevaron mi adrenalina al máximo. Ellos estaban orgullosos de sus cuernos y eso me encantaba, porque como dijo Freud: “Todos somos polígamos reprimidos” y ellos no estaban reprimidos, estaban libres y contentos. Fue a partir de ese momento que las ganas de escribir sobre los cuernos aparecieron de inmediato, porque un hombre sin cuernos, es un jardín sin flores.

“Plata, mujer y cuerno nunca deben faltar a un hombre” alardean orgullosamente hombres y mujeres en varias partes de la Amazonía, como si eso fuese un trofeo que exhibir. Cómo cambiaron las cosas, pues desde siempre la infidelidad femenina fue satanizada. El hombre podía tener no una, sino varias canitas al aire, pues era considerado el macho, sin embargo la mujer era humillada, maltratada, castigada y hasta asesinada.

Babadun Network, refiere que en algunas culturas del mundo la infidelidad es considerada el “delito mayor” y por lo mismo, las autoridades permitían que se realicen castigos horribles en contra de las mujeres “adúlteras” que obedecieron sus instintos. Eran obligadas a bañarse en vinagre para que el cuerpo se les hinchara y los hombres pudieran golpearlas. La mujer infiel era obligada a tener relaciones con elefantes y después del abuso era descuartizada y usada como alimento para esos mismos animales. En las regiones más radicales de pueblo islámico, las mujeres infieles son enterradas desde el abdomen hasta los pies, dejándolas inmóviles, luego el pueblo arrojaba piedras sobre el rostro y pecho, hasta quitarle la vida.

Sin ir muy lejos, en época del terrorismo, la mujer adúltera recibía el “castigo de las tijeras” y le cortaban el cabello hasta dejarla calva. Muchas de ellas se vieron obligas a usar pelucas o pañoletas para cubrir su vergüenza. Más de una mujer, más de una historia y muchas pelucas que algunas deben todavía guardar en su baúl de los recuerdos.

Es un asunto viejo y polémico como tú o como yo. Sebastián de Covarrubias, sostiene que Mercurio, el mensajero de los dioses se convirtió en un cabrón “el macho de la cabra” para seducir a Penélope, la mujer de Ulises, que es el símbolo universal de la fidelidad. Por eso, en el idioma español se le conoce vulgarmente como “cabrón” al hombre que consiente el engaño de su mujer.

Un estudio evidencia que la infidelidad tiene su origen en los primates. La investigación evidenció que las chimpancés mantenían relaciones sexuales con muchos machos para confundirlos y con ello evitar que fueran capaces de distinguir a sus crías de las que no les pertenecían. De esta manera lograban impedir la matanza de su propia descendencia. Sin embargo, no todos los primates fueron capaces de ser fieles los unos con los otros y con frecuencia preferían la variedad, señalan los expertos Lucas y Huchard.

Y así, los cuernos están hasta en la sopa, con diferentes nombres y matices, por ejemplo, cuando el traicionado es el marido, los chinos lo llaman diplomáticamente “el hombre del sombrero verde”. Los venezolanos dicen “montar los cachos”. En Honduras, de la víctima se dice que “le crecieron las espuelas”. Los chilenos, en cambio, afirman que “le pusieron el gorro”. En México es “hacer el Sancho”. Argentinos y uruguayos emplean la expresión “meter las guampas”. Los peruanos son más destructivos, desde “cornudo”, santo cachón, “venado” y otros adjetivos, humillan a la víctima, más si se trata de un hombre, pues el machismo impera en todo el país.

Mientras tanto nos queda vivir plenamente sin que nos pese la cabeza y sin hacer que otro sea el nuevo “reno de Papa Noel” durante todo el año.
Cuida tu jardín, no dejes que otros siembren tus flores ni tampoco regales semillas donde no hace falta sembrar.
Y si te crecen, no te asustes. Los cuernos son como los brakets, al principio incomodan, pero luego te acostumbras, no importa si eres hombre o mujer, si ya te ha pasado, tranquilo, no es el fin del mundo.

Porque del cuerno y de la muerte, nadie se escapa…

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