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domingo, mayo 5, 2024

El ejemplo de Verónika

juegodetronos

A veces los países autodenominados “desarrollados” tienen mucho que aprender de los nuestros, a los que despectivamente se refieren como “tercermundistas”. Y es que lo que está ocurriendo en los actuales momentos en Francia y hace unos meses en los EEUU, llama a preguntarse qué tanto han aprendido de la historia aquellos que se consideran las èlites de la “intelligentzia” en estos países y en otros del mundo occidental. Cabe preguntarse si no hay una especie de cansancio intelectual en estas èlites de izquierda, que se consideran a sí mismas como la “avanzada” de la protesta contra el status quo imperante, y si no debieran de tomar para sí algunos ejemplos de lo que ocurre en nuestros subdesarrollados países de América Latina.

No de otra manera puede verse la posición radical que han tomado las izquierdas francesas ante la segunda vuelta electoral del próximo 7 de mayo, en que se define, no sólo el destino de Francia, sino el de toda Europa. El “ballotage” que se llevará a cabo entre los dos candidatos más votados en primera vuelta, el centrista Macron y la ultraderechista y fascista Marine Le Pen, es crucial para el futuro de la democracia en Occidente. De ganar Macron, las cosas no cambiarían demasiado, pero sin embargo siempre habría un espacio para que la izquierda antisistema pueda expresarse y exponer sus puntos de vista, ganando adhesiones con miras a un replanteamiento del injusto orden económico mundial que afecta a todos los países, incluidos los desarrollados.

Los radicales franceses de izquierda están proponiendo la abstención de manera bastante ruidosa, pues consideran que ambos candidatos representan al sistema y que apoyar a Macron significaría comprometerse con un candidato que aparece vinculado a los círculos financieros. Por lo tanto, según este razonamiento pueril, que desdice mucho del nivel de la izquierda francesa a estas alturas del siglo XXI, lo correcto es llamar a la abstención de los votantes antisistema para -en un ejercicio de anacronismo que se presenta como purismo- dejar que las “derechas” resuelvan sus diferencias entre ellas. Sin embargo, la cosa no es tan simple, pues una cosa es tener a un Macron democrático y liberal en el Elíseo y otra es tener allí a una fascista autoritaria y racista, como Le Pen, que llevaría no sólo a Francia, sino al resto de Europa, a un retroceso de 100 años.

Es aquí donde entra a tallar el ejemplo de Verónika Mendoza, una mujer peruana de izquierda -aunque educada en Francia- que, en las pasadas elecciones generales del 2016, encontró las mismas reticencias en algunos sectores miopes de la izquierda, como el del grupo de Gregorio Santos, que planteaba exactamente las mismas justificaciones irracionales que los franceses para llamar al electorado de izquierda a votar en blanco o viciar el voto, sin importarle que esta actitud, lo único que conseguía era darle el triunfo en segunda vuelta a la candidata de ultraderecha, la narcofascista Keiko Fujimori. Sin embargo, Verónika Mendoza demostró que, más allá de las diferencias ideológicas y programáticas con Pedro Pablo Kuczynski, el dejar que “los líos de la derecha” los resuelvan “sus” votantes, significaba una gran falta de responsabilidad para con el país.

Demostrando una valentía que hasta ahora les duele a los fujimoristas, Mendoza llamó públicamente al electorado de izquierda a cerrarle paso al fascismo y la corrupción, representados por la hija del exdictador encarcelado, y, contra la opinión de muchos “dinosaurios” de la vieja izquierda peruana, llamó abiertamente al pueblo peruano y a sus seguidores a votar por Kuczynski, salvando así al sistema democrático de una segura segunda dictadura fujimorista, lo que ahora se hace más patente cuando observamos el comportamiento de la espúrea mayoría que tienen en el Parlamento. Este es el ejemplo que deberían seguir los franceses, pues, si con su abstención ganara el fascismo en Francia, la responsabilidad histórica de la izquierda francesa sería de tal magnitud que quedaría sepultada por mucho tiempo.

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