Yo no sé si es más cobarde una persona que no denuncia una agresión o quien promueve o ejecuta una agresión.
El ataque sufrido por Alicia Rojas, quien fue agredida con aceite hirviendo por Tomás Tananta Isuiza, ha quedado solamente en papeles, siendo una estadística más de una posible muerte.
Y es que, desde el Ministerio Público, solo una muerte merece ser atendida como debe ser, con todas las garantías desde el Estado peruano.
Ayer el Ministerio Público, dejó en libertad al agresor de la vendedora de salchipapas, que a decir del cobarde, por querer cobrarle un sol más, reaccioné tirándo el aceite con el que freía los alimentos que vendía.
En calidad de citado ha quedado Tomás Tananta Isuiza, y no me cansaré de escribir su nombre, porque lo grave hubiera sido acaso, recién ver muerta a Alicia Rojas, ¿para que tenga una sentencia ejemplar?.
En definitiva la salud mental en nuestro país es preocupante, porque por una sola molestia y quizás un mal entendido, descargamos iras contenidas que deberíamos preocuparnos por manejar y tratar.
Estoy en contra de cualquier tipo de agresión, desde cualquier estrato social, ya sea de mujeres o de hombres, pero lo que más me indigna es saber que nisiquiera, en este caso, desde el Ministerio Público no se haya obligado a pagar la atención médica, y la pérdida que ha tenido Alicia Rojas, porque un desadaptado haya roto su tranquilidad.
Tres días de “descanso médico” le dieron a Alicia, tres días que no producirá para su familia y no habrá quien pueda cubrir esas necesidades.
La muerte al parecer es la única que hace voltear la mirada a las autoridades, al menos por un tiempo, porque al pasar el tiempo y al conocer nuevos casos de agresión, lo que ha pasado va quedando en el olvido. Al menos para nuestro Estado. Ya no existen más.