26.8 C
Tarapoto
viernes, abril 26, 2024

¡Gracias familia!, ¡Gracias amigos!

Cuando los amigos responden cuando es el momento en que deben hacerlo, es cuando podemos decir que hemos sabido sembrar. Alguna vez Gonzalo Villavicencio Aguilar me diría: “¡Compañero: Quién siembra, cosecha!”. No es el caso explicarlo, solo decirlo para darnos cuenta que la frase es el resultado de los gestos nobles; de las acciones que se realizan sin interés.

A raíz de la noticia del estado grave, sin retorno, de mi señora madre, he recibido mensajes bondadosos a través del Facebook y por el teléfono. Son mensajes que me han hecho sentir la solidaridad porque siempre he temido en que en esos momentos difíciles los pasaría en la más lacerante soledad. El temor a la orfandad ha sido equivocado y les agradezco a todos por esos gestos, y como lo dije a través de la red, los tengo grabados a todos en lo más profundo de mi corazón.

No faltarán personas para opinar y decir que el texto que escribo forma parte de una cursilería. Que estoy haciendo una tormenta en un vaso de agua. No; porque esos mensajes son la demostración de los corazones tiernos, de las almas bondadosas, de los espíritus generosos, del compromiso que tenemos con la humanidad, de la sensibilidad ante el dolor ajeno. En otras palabras, es la demostración de la integridad y de los corazones nobles.

Agradezco a Dios y a quienes hacen posible la publicación del diario VOCES, en darme la oportunidad de expresarme. Soy un privilegiado de la vida. Soy un privilegiado porque hay personas que comparten mis sentimientos, mis afectos, mis emociones. Soy un mortal afortunado porque ustedes, amigos maravillosos, lo han hecho posible.

¿Quién no podría sentirse feliz si hay personas que ayudan a levantarnos cuando nos derrumbamos? Por eso, atrás quedan esos recibimientos fríos y distantes, en sus oficinas, de esas personas que nos demuestran que nuestras percepciones sobre ellas han sido equivocadas. Atrás quedan hechos, como esa experiencia con el jefe de una entidad financiera ya desaparecida, quien se negó a concederme un minuto de su tiempo para explicarle sobre un proyecto productivo, cuando el miserable no tuvo mejor respuesta que hacerme decir que para hablar con el tipejo tendría que presentar una solicitud por escrito. Porque los sinsabores no son nada ante la pérdida de un ser querido, al haberse sentido solos un instante, pues esos momentos se superan, y son los amigos y la familia quienes lo hacen posible.

No quiero personalizar mi gratitud eterna a todos ustedes. Podría equivocarme, y hacerlo a estas alturas sería imperdonable. Quiero agradecer a esta maravillosa familia que tengo; a esos extraordinarios amigos que se han tomado un tiempo precioso en llamarme y en escribir en la red. Quiero decirle al mundo, con las cenizas de mi madre junto a mí, que su vida de madre ha tenido su recompensa, porque sus hijos están sembrando lo que ella ha sabido transmitirnos. Y gritar emocionado para decirles: ¡Gracias, familia hermosa!, ¡Gracias, amigos del alma!

Artículos relacionados

Mantente Conectado

34,537FansMe gusta
273SeguidoresSeguir
1,851SeguidoresSeguir

Últimos artículos