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domingo, mayo 5, 2024

¿Hasta cuándo?

En medio de la oscura y calurosa noche, ella camina con su uniforme de educación física, mientras eso sucede un mototaxi baja la velocidad para seguir el paso cansado de la niña, se detiene y le susurra: “¿Por qué tan solita? ¿A dónde te llevo bebe?”

Al ver esta escena y escuchar estas sucias palabras, mi cuerpo se estremeció, hice que detuvieran la motocicleta en donde iba, grité tan fuerte, que el hombre moreno, con pelo blanco y contextura delgada que se inclinaba para jalar el brazo de la niña, se quede inmóvil, como si hubiese visto a un fantasma, mientras esto sucedía, la Escuela Técnica Superior de la PNP era testigo de los sucios deseos de este enfermo mental.

Obligado por las circunstancias, prendió su mototaxi, aceleró y se fue alejando despacio de la niña que se escondía con su pelo negro y largo. Mi celular estaba visible en modo cámara, dejé que me pasara para memorizar la placa. Con la furia de ese desagradable momento, sólo recuerdo que la placa terminaba en 9S.

A unos metros, el sujeto se acercó a la motocicleta y sínicamente me dijo: “Señito, no es lo que usted piensa, solo quise ayudarla y darle un aventón a su casa”, en ese instante no sabía si reírme o tirarle una piedra en la cara. Mi pareja sarcásticamente le respondió: “Entonces, felicitaciones por querer obrar con el bien”. El muy sinvergüenza aceleró por miedo, ya que en ese instante 4 patrulleros pasaban por el sector.

De camino a casa, la indignación era como un veneno. No pude conciliar sueño, toda la noche y madrugada pensaba en lo que hubiese sucedido si el destino no me ponía en esa calle, a esa hora y frente a ese hecho. Me torturé pensando en mis sobrinas de la misma edad y en las hijas que pienso tener. Recordé a tantas niñas y niños víctimas de violaciones y hasta de asesinatos.

Una persona de buen corazón no se queda callada, no es indiferente ante estos actos. Una persona de buen corazón se enfrenta a lo que considera puede destruir a alguien más. Una persona de buen corazón no le importa que en casa le llamen la atención por exponerse y poner su vida en peligro. Una persona de buen corazón agradece que con un acto, una niña pueda seguir viviendo tranquila sin sueños robados.

Mientras que la indiferencia sea pan de cada día en nuestras vidas y nuestros hogares, estas situaciones seguirán sucediendo y la justicia nunca castigará a los culpables, a esos hombres que se camuflan de una y mil maneras, de saco y corbata, de curas, de mototaxistas, de familiares abnegados, de maestros, de amigos y hasta de padres.

La noche de ayer el destino de una menor de edad hubiese sido distinta sino pasaba por ese lugar, quizás en un par de minutos la noche hubiese sido testigo de los sueños robados de alguien que recién comenzaba a vivir. Y ante esto, solo puedo decir ¿Hasta cuándo?

Hasta cuándo tendremos miedo de salir solas a las calles. Hasta cuándo nuestras hijas, sobrinas o hermanas serán vulneradas por hombres enfermos. Hasta cuándo seguiremos viendo y callando.
Lamentablemente vivimos en una sociedad donde se enseña a la mujer a tener cuidado de no ser violada, en vez de enseñarle al hombre a no violar. Una sociedad en donde la indiferencia es el mejor escudo para no salir lastimada. Una sociedad que lastima y mata.

¿Hasta cuándo?

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