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martes, julio 1, 2025
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Asi se logró construir la escuela de la Hoyada (Hoy JMPR)

Por la profesora Enith Alvarado Bartra de Vela

Hace ya 64 años, en 1955, recién graduada con el título de Normalista Urbana, en la “Escuela Normal Superior Sagrado Corazón” de Iquitos, llegué a la ciudad de Tarapoto y comencé a trabajar como docente cubriendo primero una licencia. Luego fui nombrada en una plaza creada en ese mismo plantel para dividir una sección por exceso de alumnado y trabajé allí durante cinco años, al cabo de los cuales fui nombrada Directora Titular en una pequeña escuela de solamente dos secciones y que pertenecía al barrio de La Hoyada; pero que por esas cosas raras que suceden estaba funcionando en el barrio de Partido Alto.

Las condiciones de salubridad no eran las más buenas por falta de mobiliario, aulas y hasta patio de recreo. Las dos secciones funcionaban en un mismo ambiente y los niños sentados sobre trozos de madera o en pocas carpetas viejas.

Esta dura realidad, me impulsó desde el inicio a trabajar arduamente con los padres de familia, las autoridades educacionales y la colectividad en general para conseguir de inmediato algunas carpetas, sillas y mesitas para los niños.

Más adelante, como la población estudiantil crecía y no había espacio para acogerlos, intensifiqué las gestiones por un cambio de local y lo logré mudándonos a un local alquilado; así también conseguí el aumento del personal docente y del mobiliario.

Logrado esto con la ayuda del profesorado y los padres de familia, empezamos a gestionar la donación de un terreno en el barrio de La Hoyada, donde sabíamos que existían muchas áreas libres que pertenecían al municipio y allá apuntamos, aunque nos costó mucho trabajo y tiempo.

Mientras tanto tuvimos que construir un “ramadón” en el local alquilado que ocupábamos para instalar allí dos nuevas aulas que ya hacían falta contando siempre con la colaboración de los padres de familia y la comunidad que comprendía nuestro problema y respondía a nuestro llamado generosamente participando en las actividades que organizábamos para recaudar fondos.

Finalmente cuando el municipio terminó sus deliberaciones y nos concedió la donación del terreno, retomamos las actividades con más intensidad en pro de la construcción de un local escolar en La Hoyada, entre las cuales destaca un desfile de modas en el Cine Central con la participación de la Miss Perú Playa Gladys Arista y las más distinguidas jóvenes de la sociedad tarapotina; dos kermeses realizadas: una en el distrito de Morales aprovechando la fiesta patronal de dicho distrito (Día de Santa Rosa) y otra en la plaza principal de Tarapoto. También hicimos funciones de teatro en la escuela y bailes populares en el barrio.

Ya en propiedad del terreno, comenzamos por circular el perímetro con alambre y postes de madera especiales para ese uso; luego procedimos al desmonte y nivelación de la superficie, la cual se hizo con maquinaria y personal de Caminos y Obras Públicas del Ministerio de Transportes, dejando en poco tiempo el terreno apto para la edificación que se inició pronto en base a un plano confeccionado gratuitamente por un ingeniero civil amigo. A principios de los años 70 se colocó la “primera piedra” en ceremonia especial con asistencia de autoridades políticas, religiosas y educacionales, padres de familia y colectividad en general cuyos testimonios deben estar archivados en la oficina de Educación de Tarapoto.

Gracias especiales a dos jóvenes que colaboraron con nosotros, mi sobrino Julio Quevedo Chávez que actuó como maestro de ceremonia el día la instalación de la primera piedra y otro joven de ascendencia asiática que lamentablemente no recuerdo su nombre que fue él que diseño el nuevo escudo del colegio. Mi agradecimiento también a los comerciantes hermanos Mesia Lopez y a Lucas Reátegui entre muchos que aportaron para lograr este sueño.

Después de esto iniciamos la construcción propiamente dicha, levantando columnas de fierro y cemento sobre cimientos de concreto bajo la dirección técnica del ingeniero que confeccionó los planos y la mano de obra gratuita de los padres de familia y la asistencia y colaboración de las profesoras en domingos y días feriados para ofrecer bebidas y refrigerios a los trabajadores. Este logro fue un trabajo en equipo por parte de los docentes, padres de familia y la comunidad tarapotina. Todo esto se hacía mientras esperábamos la aprobación de un presupuesto solicitado al Ministerio de Educación a través de los conductos regulares.

Lamentablemente en el lapso de esta espera se presentó para mí una situación familiar imprevista que me obligó a renunciar al cargo de directora de dicho local para trasladar mi residencia a la ciudad de Tacna. (Continuará)) con el mismo. Mis colegas me mantenían informada por medio de cartas que me enviaban a Tacna.

Tengo la satisfacción de haber sido la promotora de ese proyecto y que los niños de la La Hoyada disfruten hoy de

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