El alcalde de Lima, lo que promete es lo contrario a lo que el Perú necesita. Más centralismo. Más desprecio. Más desconexión. Un discurso que hiere
Su última ocurrencia: construir cárceles en la selva peruana rodeadas de serpientes venenosas. Un disparate presentado como “plan contra la inseguridad”.
Lo que propone no es un plan. Es una confesión. Confesión de ignorancia. Confesión de desprecio. Confesión de centralismo.
Reducir la Amazonía a un terreno baldío, útil solo para encerrar delincuentes, muestra la patética pobreza cultural de quien pretende gobernar el país. No conoce la selva. No conoce su historia. No conoce su gente. Y peor aún: no quiere conocerla.
La Amazonía no es un basural. No es un depósito de reclusos. No es un laboratorio para los delirios de un político sin brújula. Es un espacio vivo, diverso, estratégico. Es futuro. Es vida.
Lo que López Aliaga ofrece es lo contrario a lo que el Perú necesita. Más centralismo. Más desprecio. Más desconexión. Un discurso que hiere. Que ofende. Que desnuda su incapacidad para mirar más allá del cemento limeño.
Si así piensa “el candidato presidencial”, el mensaje es claro: no tiene visión de país, solo ocurrencias grotescas. Y el Perú profundo, ese que late en la Amazonía, merece respeto. No sarcasmo. Por: Beto Cabrera M.



