Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío (Nicaragua, 18 de enero de 1867 – León, 6 de febrero de 1916). Poeta, escritor nicaragüense, máximo representante del modernismo literario en lengua española. En su poesía erótica, no hay una sola amada ideal, sino muchas amadas pasajeras. Así escribió: Plural ha sido la celeste / historia de mi corazón. Publicó: Azul (1888), Prosas profanas y otros poemas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905). Acá un extracto de lo publicado por Francisco Umbral, en su libro Las palabras de la tribu.
La pluma india de Rubén Darío
“Pálido bajo su color indio, robusto de persona y esbelto de corazón. Rubén trae nada menos la Modernidad en la literatura. Rubén es el que mata a los neoclásicos y a los últimos románticos de peluche. También mata con un verso como una flecha india al destartalado Menéndez Pelayo y al rupestre Unamuno. Ambos se equivocaron con él y sobre él al decir que, a Rubén todavía se le ve la pluma de indio por debajo del gorro de embajador. Pero esa larga pluma de cóndor, águila sideral de Neruda, la clavaría él dulcemente en el pecho de esos eruditos. Bien se vengó Rubén Darío, y bien dulcemente, devolviendo la poesía a la música y la música al hombre. Porque el poeta no ha de tener musa, como dice el tópico, sino música.”
En la naturaleza, todo rima con todo
“Rubén es armonizador, armónico, el hombre capaz de hacer pasar el viejo camello del mundo por el ojo de la aguja de oro de un verso. Rubén edifica siglos, mundos, pasados, presentes, futuros, y todo acaba girando ordenadamente dentro de un mismo poema de Rubén. Es el que descubre que, en la naturaleza, todo rima con todo.”
Juan Ramón Jiménez y Rubén Darío
“Juan Ramón Jiménez es un modernista adolescente que quiere tomar de Rubén la música más que el ruido, la melancolía más que la alegría, aquella alegría violenta y tristina del indio. Juan Ramón es, moreno y prematuramente calvo, entre árabe y Greco, entre Cristo y el niño de su mamá, algo así como el secretario adolescente y particular que le hace a Rubén los recados literarios. Juan Ramón no bebe, no fuma, no dice palabras fuertes. Juan Ramón tampoco frecuentó a las putas, que para Rubén eran “celeste carne de mujer” y luego en sus versos las ascendía a princesas.”
Todo revolucionario deserta de la realidad
“Mientras que los de la Generación del 98 eran patriotas de la patria, Rubén era patriota del mundo, universalista, y porvenirista novador. A Rubén le interesa, como mucho más tarde a Dalí, “desacreditar la realidad”. Efectivamente, todo genio revolucionario, todo el que entorna un siglo y abre otro (y no hablo del calendario), es el hombre que deserta de la realidad dada, que trae una realidad nueva, no se sabe de dónde. Rubén, como Hugo, como Leonardo, como Picasso, trae su propia realidad consigo, como un espejo que llevan a la espalda los vidrieros y en los que refleja la vida de otra forma, otra vida. Rubén es ese cristalero que trae a la espalda un espejo grande, transparente y limpio en el que la ciudad, al reflejarse, ya es otra. Se tambalea bajo el peso del universo venidero que ha subido a los hombros, y los madrileños y los críticos creen que tambalea de whisky.”
Rubén Darío, Yo soy aquel
“En su poema Yo soy aquel nos asoma a la angustia de su tiempo y a la constante de su vida: justificar la sexualidad demonizada por la moral cristiana. Porque para él la
sexualidad es el motor sagrado del universo. Al margen de que la frase «Yo soy aquel» la utiliza Cervantes en el Quijote de la Mancha, «Yo soy aquel para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, los valerosos hechos». El poema Yo soy aquel de Rubén, nos asoma a su alma, a la angustia de su tiempo y de su dolida psiquis.”
Yo soy aquel (1)
Yo soy aquel que ayer no más decía el verso azul y la canción profana, en cuya noche un ruiseñor había que era alondra de luz por la mañana.
Potro sin freno se lanzó mi instinto, mi juventud montó potro sin freno; iba embriagado y con puñal al cinto; si no caí, fue porque Dios es bueno.
En mi jardín se vio una estatua bella; se juzgó mármol y era carne viva; un alma joven habitaba en ella, sentimental, sensible, sensitiva.
La virtud está en ser tranquilo y fuerte; con el fuego interior todo se abrasa; se triunfa del rencor y de la muerte, y hacia Belén… ¡la caravana pasa!
(1) Extracto del poema publicado en Cantos de vida y esperanza.
Fuentes consultadas.
Umbral Francisco. Las palabras de la tribu. Editorial Planeta. 1996 Google.
Circulo de poesía. https://circulodepoesía.com
Google. WordPress. https://leeryescribir.com
Google. Wikipedia. https://es.wikipedia,org


