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Anti-cuerno

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¡SÍ!… lo prohibido encandila, derrite, emociona, excita, es ese juego al rojo vivo que endulza nuestras almas, un baile sensual que nos deja sin ropa, en desnudo completo y hasta nuestra alma se une al ruedo. Somos dos los que pecamos y tres, si queremos agrandar el grupo de estafa emocional. Las hormonas, la carne y la lujuria van de la mano, con ese contrato sin firma, esa llama del infierno que envuelve y aunque no queme, hiere.

Mi amor, te amo”, “Eres la única” y “No quiero perderte”. Estas son las típicas frases del “hombre enamorado” (¿?) que oculta bajo esa máscara su verdadera personalidad de infiel profesional, que no cambiará a pesar del tiempo.

Los coqueteos románticos, la emoción de la aventura, la naturaleza ilícita de una infidelidad, el elevado nivel de adrenalina que supone, la excitación de lo prohibido y el sexo con alguien nuevo hacen que en muchos casos la infidelidad aparezca como una experiencia irresistible.

Volvemos a hablar de este pecado carnal más utilizado en estos y en todos los tiempos, desde la creación. En algún momento de nuestras vidas hemos conocido a ese susodicho que apuesta al doble juego en la ruletita del amor. Y tras una caída y recaída en la misma situación me hizo preguntarme ¿Qué genera una infidelidad? o ¿simplemente nos gusta?

Una infidelidad es propiciada por los tres elementos de la Regla de las C: Curiosidad, Calentura y Confidencialidad. El infiel engaña porque simplemente quiere y puede hacerlo, porque se dio la situación y porque cree que nadie lo sabrá.

No todo es vino y rosas cuando se trata de amor. El éxtasis, la euforia, el júbilo y la alegría, pueden ser acompañados por sentimientos ocasionados por una infidelidad. Paradójicamente cuando llega un “nuevo objeto de deseo” tendremos a pecar y a amar de nuevo con más fuerza.

La ciencia del amor aún está en pañales, los científicos, desde diferentes áreas empiezan a tener las primeras ideas sobre la naturaleza y el origen del amor. Eso nos permite conocer qué provoca que caigamos presos de un querubín con aspecto inocente y nos enamoremos.

Para la mayoría de nosotros las relaciones deben ser monógamas (solo de dos). Cuando existe un tercero, se suele expresar que se está viviendo una infidelidad.

La oxitocina se descubrió en 1953 y se la relacionó por entonces con los patrones sexuales y de afecto. La consigna hippie de «hacer el amor y no la guerra» no era, pues, tan incauta como parece, puesto que un ejercicio sexual regular predispone nuestros cuerpos hormonados más al amor que al odio.

En los últimos tiempos modernos, la oxitocina, la hormona del amor y de la felicidad, pasó a ser la hormona más famosa, más utilizada y la culpable de ciertas reacciones de pecado, lujuria o de santidad. La oxitocina resultó tener más presencia en actividades de amor, contacto y sexo. Estas inclinaciones y liberaciones hormonales han sido objeto de numerosos estudios científicos.

¡MILAGRO! ¿Cuál es la clave para la fidelidad? Un estudio de la Universidad de Bonn, en Alemania, indica que la oxitocina, una hormona relacionada con los patrones sexuales, tiene un curioso efecto en los hombres con pareja, pues los hace más fieles, estos optan por mantener una mayor distancia entre ellos y una mujer desconocida que les resulta atractiva cuando se les administra esta sustancia química.

Toda una ayuda para las relaciones monógamas.

¡A prueba de fuego!, el estudio dirigido por René Hurlemann, realizó una prueba con un grupo de hombres heterosexuales, a los que les administraron la oxitocina con un aerosol nasal, cuarenta y cinco minutos más tarde se les presentaba una mujer “atractiva”. Los científicos descubrieron que los hombres con pareja preferían mantenerse a una distancia mayor cuando eran abordados por la guapa desconocida; en comparación con los solteros, no tuvo efecto alguno, ellos sí quedaron encandilados y con ganas de picar.

Los resultados obtenidos, generan una gran esperanza para las mujeres que no saben qué hacer con los angelitos de casa que no dejan que se escape ni una escoba con falda. Sin embargo, gracias a la oxitocina y su dosificación en el hombre, se puede hablar que sí puede existir una fidelidad masculina. Medicada o no, esto simplificaría la vida de muchas y se podría dar el milagro de “Unión para toda la vida”.

¡Por favor!, necesitamos con urgencia grandes dosis para distribuir a los pocos hombres que aún existen. Y aunque mi susodicho ya haya soltado los chimpunes, hay muchas que todavía necesitan de la oxitocina y su gran ventaja en la fidelidad masculina.

“Más oxitocina, menos infidelidad, más felicidad”…

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