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martes, abril 22, 2025
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Murales de lucha y fe: El arte como memoria en San Martín

Detengámonos un momentito conversemos sobre nuestra historia reciente, sin caer en clichés, sin polarizar, busquemos un punto convocante, la Iglesia Católica en San Martín, nos puede dar pautas de cómo salir del remolino

Parecer bien que el comercio siga creciendo, pero cuando se nos acabe el agua, pero cuando sintamos que nuestras capacidades creativas y de goce de la vida se han agotado necesitamos parar un ratito, respirar y conversar y mirar la historia.

Por: Beto Cabrera Marina

El libro Murales de lucha y fe de Clara María Rodríguez es un estudio sobre la obra pictórica mural del sacerdote claretiano Maximino Cerezo Barredo en el departamento de San Martín. En él, se analiza la relevancia histórica y social de los murales La Historia de la Salvación, pintado en la iglesia Virgen de la Merced de Juanjuí en 1975, y el Viacrucis de la iglesia El Triunfo de la Santa Cruz de los Motilones, realizado en 1987. Ambas obras están profundamente ligadas a sucesos clave en la historia de la región.

Clara María, historiadora del arte egresada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, destaca cómo la Iglesia Católica, fue un espacio de dialogo por la paz y la fe, de organización y resistencia en San Martín.

La obra de Maximino Cerezo plasma un rostro humano de la Iglesia, con imágenes de Jesús y María arraigadas en la identidad y realidad del pueblo. Este arte no solo embellece los templos, sino que también se erige como un testimonio visual de la historia y lucha de las comunidades amazónicas.

Clara María Rodríguez

Rodríguez reflexiona sobre cómo, con el tiempo, la Iglesia ha ido perdiendo parte de esa visión social. Elementos simbólicos y materiales han sido retirados de los templos, desmantelando una narrativa que integraba la cultura local con la fe. La pila bautismal de Juanjuí, diseñada por Cerezo en forma de ceramio Chazuta, entonces la doctrina de la Iglesia no es simplemente una tendencia católica, sino que también era una tendencia católica capaz y que le parecía importante reconocer la cultura local. Entonces, nuestras plantas estaban en el presbiterio, el presbiterio al fondo era ladrillo caravista, las puertas de la Iglesia eran unos hermosos portones de nuestra madera, e incluso teníamos un campanario. Entonces la doctrina de la Iglesia no es simplemente una tendencia católica, sino que también era una tendencia católica capaz y que le parecía importante reconocer la cultura local.

Todo eso se fue desmantelando, como se desmantela la historia

La desaparición de estos elementos refleja una tendencia a la homogenización y a la pérdida de identidad comunitaria.

Más allá de la nostalgia, la investigadora enfatiza la necesidad de recuperar el sentido de comunidad y organización. La región San Martín ha pasado por una rápida transición de lo rural a lo urbano, fragmentando lazos sociales y generando una visión individualista de la supervivencia. La investigación de Rodríguez no solo es un rescate de la memoria histórica, sino también un llamado a la acción: reforestar la comunidad, fortalecer el sentido de pertenencia y replantear cómo nos organizamos para el bienestar común.

«Si no nos detenemos un momento a reflexionar sobre nuestra historia y a mirarnos como comunidad, perderemos nuestra identidad», advierte Rodríguez. La investigadora invita a la sociedad a reflexionar y actuar: en lugar de solo lamentarse por problemas globales como la crisis ambiental, propone involucrarse en pequeñas acciones que generen cambios reales, como la siembra y conservación de árboles.

Ese enlace de la historia reciente, es importante, de cómo pasamos de ser rurales a urbanos sin endiosar la urbe, sin romantizar lo rural, porque era una vida complicada, pero tratando de encontrar un camino que no sea esta desgracia hídrica que estamos viviendo en Tarapoto y que es increíble cómo las personas poniendo un tanque pueden sentirse tranquilas de algo que parece una desgracia anunciada.

En un mundo donde el individualismo y la prisa dominan la vida diaria, la obra de Clara María Rodríguez es un recordatorio de que la solidaridad, la organización y la memoria histórica son esenciales para el futuro de nuestras comunidades. La historia de la Iglesia en San Martín nos ofrece claves para reconstruir el tejido social y enfrentar los desafíos actuales con unidad y esperanza.

Porque todo puede parecer bien si es que el comercio sigue creciendo, pero cuando se nos acabe el agua, cuando nos sintamos aislados entre unos y otros, cuando sintamos que nuestras capacidades creativas y de goce de la vida se han agotado por estar puestas todas en una cosa que no nos va a solucionar nada, necesitamos parar un ratito, respirar un ratito, y conversar, y mirar esta historia.

Antes estaban organizados los camaleros, los pocos taxis que había, los trabajadores del aeropuerto, los trabajadores del banco -que eran los que mejor ganaban- es algo importante de rescatar, y ver cómo lo podemos sostener, porque aquí nadie se salva solo, el trabajo es de la comunidad, del equipo.

Otra cosa que yo quisiera dejar como mensaje es esta importante necesidad de cuestionar el individualismo, todos tenemos necesidades económicas, yo que me dedico a la investigación y a la cultura lo sé, por supuesto que vivimos realidades diferentes, pero si yo sigo creyendo que porque yo me salvo y quizá a las dos o tres personas de mi entorno familiar, y si yo solo pienso en eso, nadie se salva, porque la comunidad es la que salva, el dinero noy lo sabrá todo el mundo que ha tenido un accidente y que alguien ha sido solidario y le ha ayudado y le ha asistido sin que medie para nada el dinero.

Tarapoto en particular necesita soltar el ego y necesita desacelerarse, necesita cuestionar el individualismo para volver a reforestar la organización, para volver a reforestar la comunidad, eso sería maravilloso.

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