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jueves, abril 24, 2025
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Escolares al borde del abismo en la Carretera Fernando Belaúnde Terry

Ante el silencio cómplice en todos los niveles

El llamado urgente: esta imagen puede generar indignación en redes.

Mañana, podría llenar titulares con un saldo fatal. Es tiempo de actuar, de fiscalizar, de educar y de brindar alternativas reales. Porque la vida de un escolar no puede depender de la suerte ni de una barra metálica oxidada en la parte trasera de un trimóvil.

Por: Beto Cabrera Marina

En plena carretera Fernando Belaúnde Terry, entre Moyobamba y Tarapoto, la escena es tan cotidiana como alarmante: a diario, grupos de escolares, con sus mochilas a cuestas y uniformes verdes aún limpios, se aferran precariamente a la parte trasera de un trimóvil atestado de pasajeros -sus compañero-. Algunos van colgados, sin ningún tipo de protección, desafiando cada curva, cada bache, y, sobre todo, cada vehículo que se aproxima a alta velocidad.

No es una excepción. Esta práctica, que se repite a diario en distintas rutas del Alto Mayo y el Bajo Huallaga, pone en jaque no solo la integridad de los jóvenes, sino la de todos los usuarios de esta transitada vía nacional. A pocos metros, vehículos particulares y de carga deben maniobrar para evitar una tragedia, mientras los estudiantes, quizás sin ser plenamente conscientes del peligro, se exponen como si fuera parte natural del trayecto a clases.

Aquí la responsabilidad se diluye. En casa, se permite o se desconoce cómo los hijos llegan al colegio. En las instituciones educativas, se normaliza la llegada de decenas de estudiantes en estas condiciones, como si el deber terminara en el aula. Y en la carretera, la presencia policial es escasa, cuando no inexistente.

El transporte escolar informal ha encontrado en los trimóviles una alternativa económica, pero mortal. Son vehículos diseñados para carga ligera, no para transportar personas, y menos aún sobrecargados y en condiciones tan precarias.

No se trata sólo de aplicar sanciones o aumentar los controles. Se trata de cambiar una cultura de indiferencia que pone en riesgo a los más jóvenes. La Dirección Regional de Educación, las municipalidades, la Policía de Carreteras y, sobre todo, las familias, deben asumir su rol con urgencia. Porque lo que hoy parece solo una foto más en el camino, mañana puede convertirse en la imagen de una tragedia anunciada.

Porque no hay excusa cuando la vida de nuestros estudiantes va colgada de un trimóvil.

¿Qué pasa si un menor causa un accidente fatal en carretera?

En el Perú, los menores de edad tienen una responsabilidad penal diferenciada. Si un escolar que viaja en un trimóvil causa un accidente con consecuencias mortales, esto es lo que establece la ley:

Si el menor tiene menos de 14 años:

No puede ser juzgado penalmente. El Estado puede intervenir con medidas de protección, orientación familiar o intervención de servicios sociales.

De 14 a 17 años:

Sí puede ser procesado por el Sistema Penal Juvenil.

Recibe medidas socioeducativas, no prisión como un adulto.

En casos graves (como homicidio culposo), puede ser internado en centros juveniles por hasta 6 años.

¿Y los padres o tutores?

Son civilmente responsables por los actos de sus hijos menores (Artículo 1983 del Código Civil). Pueden verse obligados a pagar indemnizaciones por daños y perjuicios.

El conductor del trimóvil, puede ser acusado de: Homicidio culposo, exposición al peligro, transporte ilegal de personas, el propietario del vehículo también podría ser sancionado si permitió el uso indebido.

 ¿Y la Policía o el Estado?

Las autoridades pueden ser cuestionadas por omisión de control o fiscalización, especialmente si se demuestra tolerancia al transporte informal.

Viajar colgado de un trimóvil no es solo una imprudencia: puede tener consecuencias penales, civiles y humanas irreversibles.

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