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lunes, mayo 5, 2025
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Frustraciones de la política

Por Willian Gallegos Arévalo

Nada deprime con más fuerza que la frustración política y la mediocridad administrativa. La tragedia de Pataz de ayer domingo es un ejemplo. El saber que se pueden hacer mejor las cosas, pero que la incapacidad no permite hacer la diferencia; cuando no existen liderazgos y la rutina se enseñorea en las gestiones. O cuando la modernización de la gestión pública sigue siendo un cuento chino.

Hace días estuve conversando con un grupo de amigos y alguien mencionó el caso de las jefaturas en la administración pública. Mencionaban los casos de ciertos funcionarios que no salen de la rutina y alucinan con “sus” logros siendo uno de ellos madrugar y estar en sus oficinas desde las cinco de la mañana o no cobrar viáticos y a eso lo llaman “tener vocación de servicio”. O sea, los grajos se las dan de “chamberos”.

La expresión de “¡Vamos por más!” para satisfacer el ego del poderoso de turno ya se ha convertido en un estribillo. Pero al poderoso no le interesa un rábano las zalamerías de sus parciales porque sabe que ´no es amor al chancho´. Pues, en ningún nivel de gobierno se ha hecho la diferencia. Se hará la diferencia cuando los que dirigen las instituciones se den cuenta que gestionar la administración pública es promover, crear y ejecutar políticas públicas orientadas al bien común y al bienestar general. Y nadie parece comprender esto.

Después de recapacitar sobre estos temas he llegado a la conclusión que la debilidad más grande es que, como país, carecemos de liderazgos; o sea, de políticos. Lo que en el país tenemos en abundancia son ´mandones´ de la política: o sea, aquellos aventureros y farsantes que se adueñan del escenario y lo copan como territorios propios. Allí ya no entra nadie más. Los que tienen capacidad para cambiar las cosas ya no entran; esos espacios están guardados para los “Chi Cheñó”.

Sobre la necesidad de ´refundar la política´, Beto Cabrera Marina, en la edición del viernes pasado del diario VOCES lo describe mejor: “Hemos permitido que el Congreso y otros espacios de poder sean tomados por grupos que solo buscan enriquecerse, repartirse cuotas y asegurar privilegios. Son políticos de ocasión, convenidos sin visión de país. El descrédito no es gratuito: es el resultado de años de impunidad, transfuguismo, pactos bajo la mesa y [a] espaldas a las necesidades del pueblo. El primer paso para recuperar la confianza ciudadana no es una campaña de imagen: es una transformación real. Se necesita una reforma política seria que expulse a quienes se aprovechan del Estado”.

La mayoría de quienes incursionan en política quieren tener espacios de poder, o ser “alguien”. He podido notar cómo parecerían masturbarse cuando les dicen: o “señor alcalde”, o “señor gobernador” o “señor congresista”, etc. Incluso el gamonal diputado de antaño tenía mayor sindéresis que los congresistas, ministros, gobernadores o alcaldes de nuestros tiempos, porque escucharlos a estos últimos pontificando sobre temas que no conocen, o declarando banalidades es un insulto a la inteligencia. Pero también hay buenos políticos y no todo está perdido. (Comunicando Bosque y Cultura).

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