Son 142 víctimas desde 2017 y una alerta a las familias sobre los riesgos en casa y en redes sociales
Entre los años 2017 y 2024, la región San Martín ha registrado 142 víctimas de trata de personas, según informó Jorge Arbocó Gallardo, antropólogo y director de la Asociación Paz y Esperanza, en entrevista a Radio Interactiva. Esta cifra, aunque alarmante, podría ser solo la punta del iceberg debido al gran subregistro de denuncias y a la dificultad de rescatar a las víctimas una vez captadas por las redes criminales.
A nivel nacional, el Ministerio Público reportó en 2024 un total de 1,900 denuncias por delitos contra la dignidad, entre los cuales se encuentra la trata de personas. Sin embargo, solo 30 casos llegaron a sentencia condenatoria, lo que evidencia la impunidad que aún impera en torno a este delito.
Arbocó define la trata de personas como una forma de “esclavitud moderna”, donde las víctimas – en su mayoría mujeres, niñas y adolescentes – son engañadas, retenidas contra su voluntad, secuestradas y explotadas sexual o laboralmente. En algunos casos incluso se ha registrado tráfico de órganos.
El rostro de la trata en San Martín: niñas, adolescentes y engaños disfrazados de oportunidades
El perfil más común de las víctimas en la región es el de niñas entre 13 y 17 años, provenientes de hogares con alto nivel de abandono emocional o violencia. Más del 95% de las víctimas registradas son mujeres. Estas menores suelen ser captadas con promesas falsas de trabajo o estudio, muchas veces por personas cercanas al entorno familiar, incluso por quienes fungen como padrinos o madrinas, una figura muy presente en la cultura local.
En muchos casos, las víctimas son llevadas fuera de su comunidad e incluso fuera de la región, donde son sometidas a explotación sexual (en más del 30% de los casos) o laboral (más del 50%). También se han identificado formas de trata vinculadas a la mendicidad forzada y al trabajo infantil.
Familiares involucrados y poca denuncia: la trata se esconde en el hogar
Una de las revelaciones más preocupantes es que los tratantes no siempre son desconocidos. En el 38% de los casos, el tratante tiene un vínculo con la víctima. Esto incluye familiares directos o personas muy cercanas a la familia. Según datos recogidos por Paz y Esperanza, solo el 22% de los casos fueron denunciados por miembros de la familia, siendo los denunciantes más frecuentes los abuelos, tíos u otros parientes lejanos. Apenas el 12% de las denuncias provinieron de las madres.
“La trata de personas nace de una situación de abandono”, enfatiza Arbocó. Estudios realizados en la región evidencian que más del 60% de los menores encuestados manifestaron vivir situaciones de desprotección, producto del abandono emocional y físico por parte de sus padres, muchas veces por razones laborales o por dinámicas de violencia familiar.
Las redes sociales: nuevas herramientas de captación
En la actualidad, las redes sociales se han convertido en una vía común para la captación de víctimas. Plataformas como Facebook, WhatsApp o TikTok son utilizadas por los tratantes, quienes se hacen pasar por influencers o representantes de castings falsos. Las víctimas son convencidas a entregar información personal, enviar fotografías y establecer contacto directo con los delincuentes.
El acceso temprano y sin supervisión a celulares ha facilitado esta modalidad. “Muchos adolescentes manejan doble cuenta: una que los padres creen vigilar, y otra secreta donde interactúan con desconocidos”, advierte Arbocó. Esto subraya la importancia de establecer una comunicación fluida y de confianza en casa, además de implementar controles parentales tecnológicos.
La escuela, otro espacio en riesgo
Lamentablemente, se han identificado casos en los que incluso docentes están coludidos con redes de trata, aprovechando actividades extracurriculares como concursos escolares para trasladar a menores a otras ciudades, donde son explotados. También se ha detectado connivencia con efectivos policiales, lo que complica aún más la lucha contra este delito.
La urgencia de la prevención: tarea de todos
A pesar de algunos operativos realizados en clubs nocturnos y carreteras, y de los esfuerzos de inteligencia de parte de las autoridades, la magnitud del problema supera la capacidad institucional. “La prevención es nuestra mejor arma”, sostiene el director de Paz y Esperanza.
Arbocó resalta la necesidad de fortalecer el trabajo con las familias, fomentar una crianza respetuosa y vigilante, mejorar la comunicación con los hijos e hijas, y conocer a sus amistades. También es crucial que las escuelas sean espacios seguros, donde docentes y autoridades estén sensibilizados para detectar riesgos.
Además, propone el desarrollo de espacios de recreación gratuitos para niños y adolescentes, especialmente en zonas rurales, donde el acceso al arte, el deporte y la cultura es limitado. “Tenemos muchos chicos con talento que solo necesitan una oportunidad positiva para alejarse de los riesgos”, remarca.
En definitiva, la trata de personas no es un fenómeno aislado: está entrelazado con el abandono, la violencia familiar, la desinformación y la indiferencia social. Combatirla empieza desde casa, con presencia, afecto, educación y vigilancia. Porque el enemigo, muchas veces, no viene de fuera.