El conocimiento, la ética y la educación son la verdadera riqueza de una sociedad civilizada
Antonio Escohotado, ensayista, filósofo y jurista español, es recordado por sus reflexiones sobre la libertad, la moral y el conocimiento. Fallecido en 2021, dejó frases que hoy cobran vigencia, como:
“Un país no es rico porque tenga diamantes o petróleo, un país es rico porque tiene educación”.
Para Escohotado, la verdadera riqueza de una nación está en su capital humano, su cultura ética y su respeto por la ley, más que en sus recursos naturales.
Educación: base moral y social
La educación, señala, no se limita a aprobar exámenes o acumular información, sino que debe formar conciencia crítica y responsabilidad ética.
“Una persona verdaderamente educada no solo adquiere información, sino también un sentido de responsabilidad”.
Y enfatiza que la ética no depende del castigo, sino de principios:
“Educación significa que, aunque puedas robar, no robas”.
Una generación sin exigencia
Escohotado expresó su decepción frente a una juventud pasiva y conformista, pero también criticó a un sistema educativo que ha dejado de exigir y de formar con rigor, reemplazando el mérito por el facilismo.
Tecnología sin conciencia
Frente al avance de la inteligencia artificial, advierte que el problema no es tecnológico, sino la ausencia de valores en quienes diseñan y aplican estas herramientas.“Se teme a la inteligencia artificial porque nos obligaría a ser racionales y humanos. Y queremos seguir siendo arbitrarios”.
La solución, dice, no es frenar la tecnología, sino integrarla con una educación ética sólida.
El conocimiento como poder transformador
Frente a la corrupción y el privilegio, Escohotado plantea que el conocimiento ético es la verdadera herramienta de cambio social.
“La educación auténtica permite tomar decisiones éticas y construir sociedades resilientes”.
En ellas, el éxito se basa en el esfuerzo y la integridad, no en la trampa.
Reflexión final
Un país no es rico por sus recursos naturales. Es rico cuando su gente respeta la ley incluso sin vigilancia, cuando el trabajo y el estudio son caminos reales de progreso, y cuando la ética guía la vida pública y privada.
Desde San Martín y para el Perú, estas ideas deben ser ejes de políticas públicas, planes educativos y debates ciudadanos. Solo con educación, justicia y ética, podemos aspirar a un desarrollo auténtico y duradero.