El Gobierno Regional, las municipalidades provinciales y distritales prefieren iniciar nuevos proyectos, aunque estén mal formulados, antes que asegurar la calidad y la conclusión de los ya existentes.
El Perú se encuentra inmerso en una paradoja fiscal: su presupuesto público se ha quintuplicado desde 2005, invierte un robusto 5.2% del PBI en inversión pública (más que sus vecinos), pero la eficacia de este gasto es alarmantemente baja. En el corazón de la Amazonía, la región San Martín es un espejo de esta realidad, donde la abundancia de recursos contrasta crudamente con el retraso en la salud, la educación y la infraestructura. La pregunta que resuena es ineludible: ¿cuánto más o mejor hemos «comprado» con la masiva inyección de dinero? La respuesta, según la data, es «no está a la altura de la inversión».

La crisis de la inversión pública es nacional y sus cifras son escalofriantes. A junio de 2023, se registraron más de 65,000 proyectos de inversión pública paralizados o abandonados desde 2012, lo que representa casi la mitad del total en curso. El valor total de estas obras estancadas equivale al 17.3% del PBI, y el gasto ya irrecuperable suma el 2.3% del PBI. Miles de millones de soles se han convertido en ruinas y en una pérdida de predictibilidad fiscal.
La deuda social intolerable en San Martín
En San Martín, la ineficiencia se traduce en una persistente y dolorosa deuda social. Las carencias son críticas:
Infraestructura de Salud: Hospitales y puestos de salud operan con equipos obsoletos o edificaciones precarias. La ausencia de grandes proyectos de infraestructura hospitalaria del Gobierno Nacional es calificada como un «vacío inexplicable».
Infraestructura Educativa: Numerosas instituciones, sobre todo en zonas rurales, siguen esperando una renovación o construcción digna.

Conectividad: Carreteras fundamentales que unan los pueblos y la expansión de internet de calidad se mantienen como una promesa a medio cumplir.
Anemia Infantil: Pese a los recursos, la prevalencia de la anemia en nuestros niños es un desafío gigantesco, reflejando la ineficiencia en la ejecución de programas sociales.
Trabajo Formal: Los altos niveles de informalidad —causados, en parte, por la compleja tributación— golpean a la región, limitando la seguridad y los beneficios sociales de los ciudadanos.
La raíz del problema: Improvisación y el efecto descontrolado de invierte.pe
El Banco Mundial ha identificado la falta de planificación y la improvisación en la gestión de la inversión pública como el factor clave de esta ineficiencia.
El sistema Invierte.pe, que reemplazó al SNIP en 2016 y sufrió nuevas simplificaciones en 2019, flexibilizó los requisitos para los estudios previos. Aunque buscaba agilizar la inversión, provocó un crecimiento desmedido de nuevos proyectos (de 15 mil en 2017 a 21 mil en 2019) sin la supervisión adecuada. Nuestros Gobiernos Regional, Municipalidades Provinciales y Distritales han caído en esta trampa: prefieren iniciar rápidamente nuevos proyectos, aunque estén mal formulados, antes que asegurar la calidad y la conclusión de los ya existentes.

La situación se agrava por el manejo político del presupuesto como botín:
Más del 80% de los nuevos proyectos se incorporan al presupuesto después de su aprobación, eludiendo la priorización de la Programación Multianual de Inversiones (PMI).
En San Martín, esto se observa en las constantes modificaciones presupuestarias que desvían recursos de la inversión productiva (carreteras o escuelas) hacia el gasto corriente (aumento de personal).
La gestión regional prioriza la reacción política a corto plazo sobre la visión de desarrollo a largo plazo.
Además, la región sufre por la Ausencia de Proyectos de Envergadura del Gobierno Nacional, dependiendo casi exclusivamente de una ejecución subnacional presa de la improvisación.

El Camino a seguir: Disciplina, planificación y calidad de gasto
La solución, en contra de lo que se podría pensar, no es necesariamente más dinero, pues el presupuesto ya se ha triplicado en términos reales. La clave es la disciplina fiscal y la calidad del gasto.
La tarea es ineludible y recae en las autoridades de San Martín —desde el Gobierno Regional hasta el último municipio— que deben abandonar la cultura de las cuerdas separadas y la improvisación. Necesitamos:
Planificación Seria y Priorización: Imponer la visión de desarrollo a largo plazo sobre el rédito político inmediato.
Conclusión Eficiente de Proyectos: Enfocarse en terminar y garantizar la calidad de las obras ya iniciadas antes de abrir nuevos frentes.
Disciplina y Eficiencia: Replicar la rigurosidad que ha permitido el desarrollo del sector privado.
La creciente desconfianza en el Estado, que ya alcanza al 92% de los hogares a nivel nacional, es la factura que se paga por cada obra paralizada. Para los niños y la juventud de San Martín, no pueden existir más vacíos; la disciplina fiscal y la calidad del gasto no son conceptos abstractos, sino la salud de nuestros hijos, la educación de nuestros jóvenes y la promesa de un trabajo digno en la Amazonía. Es hora de que el dinero comience a trabajar a favor de la gente.

En el 2025: Se incorporaron $120$ disposiciones complementarias al presupuesto. Esto se tradujo en un aumento del gasto en personal (cerca de S/ $1,400$ millones) a costa de reducir el gasto de inversión (alrededor de S/ $1,800$ millones).
Consecuencia: Las reasignaciones favorecen el gasto en personal, haciendo el gasto público cada vez más rígido y restando predictibilidad a las finanzas públicas.



