Envases tóxicos abandonados en campos de cultivos
Con envases abandonados entre la vegetación y residuos de plaguicidas expuestos al ambiente, las imágenes revelan una práctica tan común como peligrosa en zonas agrícolas del país: la disposición inadecuada de envases de herbicidas químicos de uso agrícola, una situación que representa un riesgo directo para la salud humana, el ambiente y las fuentes de agua.
Según se aprecia en el registro fotográfico, uno de los envases corresponde a un herbicida agrícola en suspensión concentrada (SC), registrado ante SENASA como Plaguicida Químico de Uso Agrícola, cuyo principio activo es la ametrina, un compuesto ampliamente utilizado para el control de malezas en cultivos como caña de azúcar, maíz y otros sistemas agroindustriales. El producto es comercializado por AVGUST PERU SAC, con formulación de origen internacional, y está clasificado en su etiqueta como “ligeramente peligroso”, una categoría que, lejos de ser inocua, implica riesgos claros cuando no se maneja de forma adecuada.
Las advertencias impresas en el envase son explícitas: uso obligatorio de equipos de protección personal, evitar el contacto con la piel y los ojos, no inhalar vapores, mantener fuera del alcance de niños y animales, y realizar una correcta triple lavado y disposición final del envase. Sin embargo, la evidencia fotográfica muestra lo contrario: envases vacíos arrojados directamente al suelo, sin tratamiento previo, en contacto con la vegetación y potencialmente expuestos a lluvias, escorrentías y filtraciones hacia el subsuelo.

Impactos potenciales en la salud
El principal ingrediente activo, la ametrina, pertenece al grupo de las triazinas, sustancias que han sido asociadas en diversos estudios científicos a efectos tóxicos crónicos cuando existe exposición reiterada o inadecuada. Entre los riesgos más relevantes se encuentran: Irritación de la piel y los ojos, especialmente en trabajadores agrícolas sin protección, problemas respiratorios, mareos, náuseas y vómitos por inhalación de residuos o vapores, afectación hepática y renal ante exposiciones prolongadas.
Posibles alteraciones endocrinas, especialmente preocupantes en niños y mujeres gestantes. Riesgo indirecto por contaminación del agua destinada al consumo humano o uso doméstico.
Especialistas advierten que el peligro no se limita a quien aplica el producto. La quema, entierro o abandono de envases de plaguicidas puede liberar residuos tóxicos que ingresan a la cadena alimentaria, afectando a comunidades enteras, fauna silvestre y suelos agrícolas.

Un problema ambiental y de fiscalización
La normativa peruana establece que los envases de plaguicidas deben ser sometidos a triple lavado, inutilizados y entregados a sistemas autorizados de recolección. No obstante, en la práctica, la fiscalización es débil y la capacitación a pequeños productores resulta insuficiente. El resultado es un paisaje rural donde los residuos químicos se acumulan silenciosamente, sin control ni sanción efectiva.
Las imágenes no solo documentan un hecho aislado, sino que reflejan una problemática estructural: el uso intensivo de agroquímicos sin una gestión responsable de sus residuos, en un contexto donde la salud pública y el ambiente siguen siendo las variables más vulnerables.
Mientras las etiquetas advierten “cuidado”, la realidad muestra que el riesgo ya está presente en el campo. La pregunta que queda abierta es quién asume la responsabilidad cuando estos residuos terminan afectando a comunidades, ríos y suelos, y cuánto tiempo más se normalizará una práctica que expone a la población a un peligro silencioso pero persistente.




