El cambio se empieza en casa. Lo que para algunos es diversión, para otros es dolor, riesgo y miedo. Hazlo por tus mascotas, por tus amigos, por quienes no pueden defenderse. Celebrar también puede ser un gesto de cuidado colectivo en el barrio, en la cuadra, en tu ciudad.
El estruendo de los fuegos artificiales suele marcar el inicio de las celebraciones de fin de año, pero detrás de ese ruido hay una realidad poco visible: la pirotecnia no es inofensiva. Por el contrario, su uso puede provocar episodios severos de estrés, ansiedad y colapsos nerviosos en personas con autismo, epilepsia y otras discapacidades, convirtiendo lo que debería ser una fiesta en una experiencia de angustia y sufrimiento.
Diversas instituciones de salud advierten que muchas personas con trastorno del espectro autista presentan un procesamiento sensorial distinto, lo que las hace especialmente vulnerables a los ruidos explosivos de cohetes, petardos y fuegos artificiales. En el caso de personas con epilepsia o con discapacidades psicosociales, la exposición a sonidos intensos puede desencadenar crisis graves y descompensaciones, poniendo en riesgo su salud física y mental.
A pesar de estas evidencias, el uso de pirotecnia persiste, incluso cuando muchas municipalidades del país cuentan con ordenanzas que prohíben su utilización, estableciendo sanciones de hasta una Unidad Impositiva Tributaria (UIT), equivalente a S/5,350, para quienes incumplan la norma. No se trata solo de una falta administrativa, sino de una conducta que ignora el bienestar colectivo.
El peligro no termina ahí. La manipulación de fuegos artificiales es una de las principales causas de incendios durante las fiestas de fin de año y representa un alto riesgo de quemaduras, lesiones graves, mutilaciones por explosión y daños auditivos permanentes. La potencia del sonido que emite la pirotecnia puede superar los 150 decibeles, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que ruidos por encima de los 60 decibeles ya pueden perjudicar la salud auditiva.
Los animales domésticos y silvestres son otros de los grandes afectados. Datos de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, a través de su Departamento de Medicina, Cirugía y Zootecnia para Pequeñas Especies, revelan que perros, gatos, aves y otros animales de compañía pueden sufrir estrés extremo, hiperactividad y conductas agresivas debido a la pirotecnia. Según los especialistas, el impacto auditivo en los animales es hasta 100 veces mayor, lo que puede generar daños irreversibles en su sistema auditivo y, en algunos casos, provocar su huida o muerte.
A ello se suma el impacto ambiental. La pirotecnia es un agente de contaminación del aire, ya que los juegos pirotécnicos están elaborados con compuestos tóxicos que liberan gases como el monóxido de carbono, afectando la atmósfera, la calidad del aire y el medio ambiente en general.
Ante este escenario, se exhorta a las autoridades a cumplir y hacer cumplir sus obligaciones para proteger la salud física y mental de la población, y a la ciudadanía en general a reflexionar sobre la forma en que celebra. El cambio se empieza en casa: optar por celebraciones sin pirotecnia es un acto de empatía, responsabilidad y respeto. Es riesgoso, hace daño y no es necesario.



