Si es que usted quiere conocer una de las aventuras más fabulosas de nuestra región, no deje de visitar las cuevas de Palestina. No se arrepentirá
Por: Lenin Quevedo Bardález
Si es que usted quiere visitar una catedral en San Martín que iguale en belleza a la Sixtina del Vaticano, al Taj Mahal o a una mezquita (de las que quedan), dese una vuelta por esta ciudad que tiene un nombre bíblico en el Alto Mayo.
Nos referimos al caserío Palestina, ubicado en el distrito de Nueva Cajamarca en donde se encuentra un templo construido por la naturaleza, en común trabajo con el tiempo y el agua, que han formado bellos salones, con maravillosos adornos, irrepetibles, impresionantes.
Son las cuevas de Palestina, verdaderos monumentos que han sido labrados por la mano de Dios y en cuyo interior uno siente la presencia de un ser mucho más grande de lo que podemos comprender.
Cada espacio tiene características únicas y por debajo de algunas de las salas uno puede encontrarse además con el río Jordán, que nace en estas cavernas. Su rumor debajo de nuestros pies y lejos de nuestros ojos sobrecoge. En estas cavernas, el silencio y la oscuridad no tienen par. Se podría asegurar además que nunca en la vida, se puede obtener tal pureza como en este lugar y eso no tiene precio.
Contrasta esa realidad con otra absolutamente distinta que se vive en los exteriores. Allí el verde brilla esplendoroso y las aves cantan por montones. El río Jordan tiene un agua límpida, recién nacida de la barriga de los cerros que nos circundan. Es tan clara el agua que los peces nadan despreocupados por encima de ellas.
Todo brilla, las mariposas, el agua, los peces, la cueva y, sobre todas las cosas, la amabilidad de la gente, que es un asunto como para una nueva crónica.
Para llegar, avance apenas unos cinco kilómetros de Nueva Cajamarca y allí se encontrará con un letrero que lo desviará hacia Palestina. LLegue hasta el lugar y muy cerca de la plaza se encontrará con la ubicación de la casa de los guías, quienes cuentan con todos los implementos para que ingrese a las cuevas, que van desde los zapatos hasta las linternas y los cascos. No necesita ir demasiado preparado, únicamente cn ropa cómoda para poder caminar. Una vez dentro, no deje de tomarse una foto en las columnas de Sansón o con la virgen, el altar de los curas u otros. Su imaginación seguramente volará con estas formas. Eso sí, siga al pie de la letra las recomendaciones.