
Seguro usted es de lo que piensan que, “el político, casi por definición, es un inútil, un mediocre, un vividor del dinero público, una sanguijuela, un tábano, una piraña. No sirve para nada, salvo, si acaso, para hablar, intrigar, meter zancadillas, dar codazos y para el ejercicio rastrero de la mezquindad, la delación y la perfidia. ¿Cuándo se jodió la política?
No lo sabemos, pero se extraña a aquellos que se movían y morían por causas “sublimes”, a aquellos que la población miraba con respeto y admiración. Ahora no quedan íconos a seguir, los “políticos enanos” se inventa lo que quiere ser, la figura del político esta devaluada, cualquiera le falta el respeto.
¿Cuándo se judío la política?, cuando aquellos que solo saben sumar y restar se convirtieron en “políticos” y, estos la convirtieron en una mercancía más, ni la derecha ni la izquierda se salvaron de los tremendos escándalos con muerte incluida, es que cualquier hijo de vecino puede ser “autoridad política”, y el pueblo no es víctima, sino cómplice en todo estos años de anti política.
La personalidad es una máscara, y la máscara es aún más doble en política, el Presidente Ollanta Humala con su esposa Nadine Heredia es el perfecto ejemplo, de ahí la soledad de don Humala Tasso que dará paso sin duda alguna a que se conviertan en “nada”, el cuento ha vuelto a la realidad.
Nadie tiene la fórmula que nos permita “mejorar” la política, existen tentativas que van desde más y mejores leyes a reformas del sistema electoral, pocos dicen, que los que sólo saben sumar y restar convirtieron la política es una forma de dejar de ser un “pobre diablo”, para eso tienen un montón de aliados que se “disfrazan” de moralistas, éticos y hasta de subversivos entonando la manoseada estrofa, “el pueblo unido jamás será vencido”.
El “pueblo” cómplice perfecto, no elige candidatos claros en el manejo de la cosa pública, peor, guiados con una clara conciencia de clase, eligen al que joderá la política pública y sus vidas, es que nuestra “crisis de conciencia nacional” sigue viva, y en el desorden y la violencia social, pueda que saquemos algún provecho. Carros, piscinas, tragos caros y plata es el faro que nos alumbra en nuestras ambiciones, la cultura light llegó con el nuevo siglo y se metió hasta nuestra cama y convive con nosotros.
La mayoría de jóvenes rinden culto a la “tía cucha”, es que al menos sienten su hipocresía sincera, van y vienen entonando melodías que distraigan su día, rechazan la política porque no solo la ven sucia, sino una organización solo comparada con los “cagaleche”. En este maratón donde todo vale, todo tiene justificación, y el reino del mercado y el individualismo hierben en nuestros bolsillos esperando alguna oportunidad, aunque después nuestro paradero sea la cárcel o la muerte.



